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25 marzo 2024

El arquitecto que se quiso matar

Portada de Volvoreta n.º 6,
diciembre de 2023.
 
Gracias a José Luis Castro de Paz he descubierto la extraordinaria revista Volvoreta, editada por la Fundación Wenceslao Fernández Flórez, que se publica desde 2017 y en diciembre del año pasado apareció su último número por ahora: el siete. El anterior está dedicado a El hombre que se quiso matar, una novela corta publicada por ese escritor en 1929, que fue adaptada al cine en dos películas con ese mismo título dirigidas por Rafael Gil en 1942 y 1970, y ha servido como inspiración para las obras de teatro, Mañana me mato de Pedro Pérez Fernández y Las maletas del más allá de Félix Ros, estrenadas en 1935 y 1952.
Este número de la revista que, como todos los que he visto, es magnífico reúne una serie de artículos sobre la obra original y todas sus adaptaciones, así como unos anexos con la novela, los guiones de ambas películas, las dos comedias y un DVD con la primera de las cintas.
El protagonista de la novela y de la primera película, Federico Solá, es arquitecto y ya escribí sobre él en La imagen supuesta: Arquitectos en el cine, pero ahora, después de los años y con más elementos de juicio, es interesante volver sobre él para saber cómo se ha reflejado la profesión en la literatura, el teatro y el cine.

Almanaque de La Novela de Hoy, n.º 397
Madrid, 1930, donde se reditó la novela
corta El hombre que se quiso matar.
1929

Empezando por el principio, por el texto de Fernández Flórez, se describe la vida de su personaje como «una eslabonada serie de fracasos y de amarguras, de luchas económicas y de derrotas sentimentales», hasta que se ve «animado de un verdadero entusiasmo por el cemento», incluso publicando «frecuentes artículos en las revistas profesionales, cantando al hormigón»; gracias a estos conocimientos confía obtener un puesto en la fábrica de cementos «El Castor» pero, aunque se lo habían prometido miembros del Consejo de Administración, la plaza se la dan «al yerno del ingeniero-director», que nunca ha estado en la fábrica.
A pesar de estos angustiosos precedentes, Federico acepta dar una conferencia en el Círculo Científico y Recreativo: «La verdad es que nadie podría decir, después de examinar una por una a las sesenta y cuatro personas que había en la sala, qué interés misterioso, qué afán de martirio o qué necesidad de cultura les llevaba a asistir a una conferencia que se había anunciado así, bien claramente, en todos los diarios: "El hormigón armado y las construcciones modernas". Federico Solá, como cualquiera en aquel caso, podía estar seguro de hacer las afirmaciones más arriesgadas acerca de la utilidad del hormigón o calumniarlo villanamente, sin encontrar a un solo contradictor en todo el concurso».
En la conferencia, sin embargo, nadie se aburre porque su verdadero tema es el anuncio del próximo suicidio del conferenciante. A partir de ese momento, se hace famoso y cambia la actitud de sus conciudadanos.
Cerca del día en que va a matar, decide ir a visitar a Evaristo Argüelles «cacique barrigudo amo de la provincia» e «Ilustre por manejar unos cuantos municipios, por haber conseguido una plaza de senador vitalicio», para comunicarle que ha decidido llevárselo con él, matándolo antes de suicidarse, «para no irse sólo». Evidentemente Argüelles no está de acuerdo con esta idea, por lo que hace todo lo posible para que Federico desista, cuando este le confiesa que es arquitecto, el cacique exclama: «¡Pero por Dios! ¡Magnífica cosa! ¿Y está desesperado? Un arquitecto no se mata nunca, joven; un arquitecto construye casas, construye palacios, gana dinero, lucha...» Desgraciadamente Solá sólo ha tenido ocasión de edificar un garaje y además se hundió. Argüelles insiste en animarle y para ello le expone que «el arquitecto provincial está próximo a jubilarse. Ha robado tanto, que ya le aburre. Precisamente estaba yo preocupadísimo buscando alguna persona competente a la que hacer nombrar en su puesto. ¿Quiere usted ser esa persona? Buen sueldo y... abundantes negocios», para rematar su argumentación le asegura que el arquitecto se hizo rico en cinco años. Federico acepta y Argüelles dice: «En la Diputación provincial mando yo; mi palabra es ya el nombramiento».
Es interesante lo que un inteligente y caustico humorista, como Fernández Flórez, opinaba sobre los arquitectos a finales de la Dictadura de Primo de Rivera, una profesión elegida posiblemente por las analogías entre el cemento con la vida gris y plomiza del personaje. 
Ante todo, al protagonista no le interesan las tareas propias de un arquitecto, hacer proyectos o construir edificaciones, sino sólo estudiar el hormigón, siendo su única ambición trabajar en una fábrica, pero fracasa porque se queda parado, una circunstancia muy extraña en una época en que, por haber pocos profesionales, casi todos tenían trabajo y además eran considerados --normalmente por ellos mismos-- como una casta privilegiada. El otro arquitecto que se nombra, pero no se muestra, es el municipal, tan corrupto como el cacique e involucrado en negocios turbios que le han enriquecido en poco tiempo. 
La salvación del mediocre Federico no está relacionada con su admirado hormigón, sino que, gracias a las influencias políticas de un indeseable, puede conseguir un puesto codiciado, convirtiéndose en un deshonesto funcionario público. 
Como puede comprobarse, el aparente final feliz ideado por Fernández Flórez en realidad es una ácida crítica de la sociedad española de aquellos años, que podría aplicarse también a los posteriores.

1942

En la primera adaptación cinematográfica, Federico Solá (Antonio Casal) trabaja en la fábrica de cemento El Castor y no consigue un puesto que le había prometido su Consejo de Administración, dándoselo al yerno del «ingeniero director»; él mismo afirma que es: «el único hombre que ha tenido la humorada de dedicar su vida por entero al estudio del cemento armado. Donde ha surgido la oportunidad y también donde no ha surgido, he cantado sus bondades» y concluye: «¡He cimentado mi existencia en el hormigón, porque es lo que creía más seguro, y ahora veo derribarse mis ilusiones por la competencia de un cretino cualquiera!». 
Va a impartir una conferencia en el Círculo Recreativo titulada «El cemento armado y las construcciones modernas», sustituyendo el término hormigón de la novela, por cemento, aunque no suele hablarse de «cemento armado», sino de hormigón armado, relacionándolo con la fábrica donde trabajaba. En ese acto anuncia que va a suicidarse y al día siguiente en el diario local aparece su fotografía con un pie en el que lo califican como «eminente arquitecto».
Tras varias peripecias, Federico se enamora de la hija del «director de la sociedad de edificaciones», el señor Argüelles, y va a visitarlo a su despacho, diciéndole que su desgracia «ha consistido en la falta de un amor y la falta de un empleo en el que poder desarrollar mis conocimientos adquiridos después de muchos años de estudios. Yo soy arquitecto...», Argüelles le responde: «Compañero» y le da la mano, pero Solá añade: «Compañero, si... de carrera, pero no de fortuna. Usted ha triunfado y en cambio a mi... el fracaso de la vida me ha llevado al suicidio. Pero antes de morir quiero vivir o hacerme la ilusión de que vivo de verdad», por eso quiere un amor y un trabajo: «una colocación».
Argüelles señalando al plano.
Entonces le cuenta a Argüelles que antes de suicidarse va a matarlo para que le acompañe y empieza a alabarlo, lo llama «culto arquitecto» y éste le responde: «¿Culto?... ¿Ha dicho culto?... ¿Culto yo?... ¡Vamos, hombre, vamos!», según se indica en el guion: «en este momento comienza a marchar hacia la pared, donde hay unas fotografías de edificios y planos de construcciones»; en la película solo hay un plano con la planta de un edificio en un atril sobre un pedestal que parece un ornamento religioso y un cuadro en la pared con una foto de un edificio. Arguelles dice: «Siento que no estén aquí mis ayudantes» y señalando: «Ellos son lo que hacen estos planos» e indicando el cuadro: «Ellos los que dirigen estas edificaciones. Yo no sé una palabra de nada... Yo no soy aquí más que una figura decorativa... De Arquitectura solo sé... que soy arquitecto...»
Solá le dice que es un hombre modesto y Argüelles le contesta: «¡Que disparate! Soy la personificación del orgullo y además un pinta, señor ¡Lo que se dice un pinta! Con tres amiguitas y una oficina en la que apenas se trabaja, porque nos pasamos la mayor parte del tiempo jugando al tute, o divirtiéndonos con una mecanógrafa que...» y añade «me paso el día con las piernas encima de la mesa, masticando puros, y escupiendo sobre los muebles». Finalmente le da el empleo a Federico.
Evidentemente Argüelles está quitándose méritos y hablando mal sí mismo, para que Federico elija a otra persona que lo acompañe, pero no es extraño que en aquella época hubiera estudios de arquitectura en los que los aparejadores e incluso los delineantes, fueran quienes desarrollaban los proyectos, limitándose el arquitecto a firmarlos y después cobrar los honorarios.
Comparando esta película con la novela de Fernández Flórez, Argüelles ya no es un cacique, ni un político, sino un arquitecto y el puesto que obtiene Federico no es el de funcionario corrupto, sino de empleado en una empresa privada.
En la comedia teatral Las maletas del más allá, antes citada, escrita por Félix Ros, recogiendo varios textos de Fernández Flórez y estrenada en 1952, su protagonista llamado Alberto Boluda, también es arquitecto y su tercer acto, sucede en el despacho del cacique local, Don Práxedes, el padre de Paula de quien se ha enamorado Alberto, donde se desarrolla una conversación entre los arquitectos, que se parece mucho al diálogo entre Federico y Argüelles de la novela corta. 
Parecería extraño que en la España franquista de principios de los años cincuenta, una obra teatral hiciera una crítica tan corrosiva contra las autoridades, aunque fueran caciquiles, pero hay que tener en cuenta que la acción de esta comedia se desarrolla en Iberina –un país ficticio inventado por Fernández Flórez-- y «al comenzar “los felices 20”».

Federico ya no es arquitecto

El protagonista de la obra de teatro antes mencionada, Mañana me mato, escrita por Pedro Pérez Fernández y estrenada en 1935, no es arquitecto, sino millonario y ni siquiera se llama Federico, sino Luis. 
En la segunda versión cinematográfica, también dirigida por Rafael Gil, pero en 1970, Federico Solá (Tony Leblanc) es profesor de bachillerato de la asignatura de latín en un colegio en Segovia, donde le tratan con desprecio tanto los profesores como los alumnos, su novia le abandona, malvive en una pensión y decide suicidarse. También amenaza a Argüelles con llevárselo con él, el prohombre decidirá entonces darle la mano de su hija y un trabajo en su empresa. Nadie es ya arquitecto.
Recuérdese que los sesenta y primeros setenta fueron los años del boom de la construcción en España y por eso sería absurdo que hubiese un arquitecto en la indigencia. 
Como escribí en La imagen supuesta: Arquitectos en el cine: «El hombre que se quiso matar es un buen ejemplo de cómo una misma historia, aun manteniendo el argumento casi igual, va variando según lo hace el momento histórico».

Por último, aprovecho para recomendar la extraordinaria revista Volvoreta, a todos los estudiosos y aficionados al cine y la literatura, a los que seguro no les defraudarán sus estupendos artículos, la copiosa documentación aportada y su cuidada edición.

06 diciembre 2019

Construcciones filmadas: 50 películas esenciales sobre arquitectura

Cubierta del libro
Desde mediados de noviembre, se encuentra disponible digitalmente mi libro más reciente, pero me recomendaron que antes de dar la noticia de su publicación en Internet, esperase a que estuviera en las librerías; lo ha publicado la Editorial UOC, de la Universitat Oberta de Catalunya, se titula Construcciones filmadas: 50 películas esenciales sobre arquitecturaestá incluido en la colección Filmografías esenciales, dirigida por Jordi Sánchez Navarro, en la que ya se editó otro libro mío, Panorámicas urbanas: 50 películas esenciales sobre la ciudad.
La investigación de las relaciones entre cine y la arquitectura se puede enfocar desde muy variados puntos de vista, como indico en la introducción del libro: 

«Entre el cine y la arquitectura pueden establecerse muchas relaciones y muy diversas, por ello en el caso más extremo, se podía haber elegido una película significativa por cada una de esas relaciones, pero es preferible circunscribirse solo a seis temas fundamentales, de modo que haya varios ejemplos, en algunos casos cinco y en otros diez, de cada uno para poder comparar diversas formas de abordarlos».

Estos temas y las películas seleccionadas para cada uno de ellos son los siguientes:

Arquitectos (10)
Satanás (The Black Cat, Edgar G. Ulmer, 1934) EE.UU.
Los Blandings ya tienen casa (Mr Blandings Builds His Dream House, H. C. Potter, 1948) EE.UU.
El manantial (The Fountainhead, King Vidor, 1949) EE.UU.
El tigre de Esnapur (Der Tiger von Eschnapur, Fritz Lang, 1958) Alemania
Un extraño en mi vida (Strangers When We Met, Richard Quine, 1960) EE.UU.
¿Qué es el otoño? (David José Kohon, 1976) Argentina
El vientre de un arquitecto (The Belly of an Architect, Peter Greenaway, 1987) Gran Bretaña
El árbol, el alcalde y la mediateca (L'Abre, le maire et la médiathèque, Eric Rohmer, 1993) Francia
My Architect: A Son's Journey (Nathaniel Kahn, 2003) EE.UU. (Documental)
Wonderful Town (Aditya Assarat, 2007) Tailandia

Obras de construcción (5)
Perdone señorita (Fast Workers, Tod Browning, 1933) EE.UU.
A Queda (Ruy Guerra, Nelson Xavier, 1978) Brasil
Baran (Baran, Majid Majidi, 2001) Irán
En construcción (José Luis Guerín, 2001) España (Documental)
Locke (Locke, Steven Knight, 2013) G.B. - EE.UU.

Edificios reales (10)
Casa Ennis (Los Ángeles) - Hembra (Female, Michael Curtiz. 1933) EE.UU.
Casa Malaparte (Capri) - El desprecio (Le mépris - Il disprezzo, Jean-Luc Godard, 1963) Francia - Italia
Casa Carvajal (Madrid) - La madriguera (Carlos Saura, 1969) España
Edificio Milà, La Pedrera (Barcelona) - El reportero - Professione; reporter - Profession: reporter (Michelangelo Antonioni, 1975) Italia - España - Francia
Torre de viviendas (Montreal) - Vinieron de dentro de... (Shivers, David Cronenberg, 1975)
Biblioteca Estatal (Berlín) - Cielo sobre Berlín (Der Himmel über Berlin - Les ailes du désir, Wim Wenders, 1987) Alemania – Francia
Casa (Jerusalén) - House (Amos Gitai, 2006) Israel (Documental)
Casas en California - Schindlers Häuser (Heinz Emigholz, 2007) Alemania - Austria (Documental)
Casa (Burdeos) Koolhaas Houselife (Louise Lemoine y Ila Bêka, 2013) Francia (Documental)
Casa Melvin (Londres) Exhibition (Joanna Hogg, 2013) Gran Bretaña

Edificios ficticios (10)
La inhumana (L'inhumaine, Marcel L'Herbier, 1924) Francia
La chute de la maison Usher (Jean Epstein, 1928) Francia
Lo viejo y lo nuevo (Staroye i novoye, Sergei Eisenstein, 1929) URSS
El inquilino (José Antonio Nieves Conde, 1957) España
Mi tío (Mon oncle, Jacques Tati, 1958) Francia
Psicosis (Psycho, Alfred Hitchcock, 1960) EE.UU.
La ciudad de las mujeres (La città dell donne, Federico Fellini, 1980) Italia
La vie est un roman (Alain Resnais, 1983) Francia
La estrategia del caracol (Sergio Cabrera, 1993) Colombia - Italia - Francia
High-Rise (High-Rise, Ben Wheatley, 2015) G.B. - Bélgica

Otras arquitecturas (10)
Thaïs (Anton Giulio Bragaglia, 1917) Italia
El gabinete del Dr. Caligari (Das Cabinet des Dr. Caligari, Robert Wiene, 1920) Alemania
El Golem (Der Golem, wie er in die Welt kam, Carl Boesse y Paul Wegener, 1920) Alemania
La venganza de Don Mendo (Fernando Fernán-Gómez, 1961) España
El ángel exterminador (Luis Buñuel, 1962) México
L'éden et après (Alain Robbe-Grillet, 1970) Francia - Checoslovaquia
Hausu (Nobuhiko Obayashi, 1977) Japón
El proceso (Le procés, Orson Welles, 1962) Francia - R.F.A. - Italia
Parsifal (Hans-Jürgen Syberberg, 1982) Alemania - Francia
Shinboru (Hitoshi Matsumoto, 2009) Japón

Mostrar la arquitectura (5)
Secciones de edificios: Rojo y negro (Carlos Arévalo, 1942) España
Plano subjetivo: La dama del lago (Lady in the Lake, Robert Montgomery, 1947) EE.UU.
Plano secuencia: El arca rusa (Russkiy kovcheg, Alexander Sokurov, 2002) Rusia - Alemania - Japón - Canadá - Finlandia - Dinamarca
Pantalla dividida. Limitado: Timecode (Mike Figgis, 2000) EE.UU.
Pantalla dividida. Difuso, Esquemático: Wonderland, sueños rotos (Wonderland, James Cox, 2003) Canadá - EE.UU.


Espero que este libro aporte nuevas ideas, que contribuyan a las ya numerosas investigaciones que se están realizando sobre las relaciones entre el cine y la arquitectura.

31 agosto 2014

Mister Ed, arquitecto

Míster Ed es el título de una serie de televisión popular en los Estados Unidos durante los años sesenta, su protagonista, el tal Ed, es un caballo que habla -quizás familia de la mula Francis- y vive en una cuadra de su dueño, Wilbur Post, un arquitecto que tiene su estudio al lado de ese establo unidos con una gran compuerta abierta hacia ella, permitiéndole mantener conversaciones con Ed.
No sé si esta serie se llegó a emitir en España y si así fue, no recuerdo haber visto algún episodio. Traigo ahora a este blog a Mr. Ed, porque he descubierto un cómic basado en sus aventuras, publicado en marzo-mayo de 1962, que se encuentra aquí, en un estupendo portal de cómics gratuitos llamado Comic Book Plus.
En el argumento de una aventura, titulada "Amateur Architect", Wilbur está haciendo el proyecto de un chalé para un cliente complicado, Mr. Grump "Gruñón", y no sabe si diseñarlo con un estilo colonial o moderno, al final decide hacer una mezcla horrorosa que no le gusta a Mr. Ed, pero sí al cliente; al comenzar la obra, el caballo piensa que se ha de modificar el edificio, por lo que llama por teléfono al capataz -no se explica cómo gira el disco del aparato telefónico con su pezuña-, le dicta una serie de órdenes y cambia completamente la forma del chalé, cuando Wilbur llega a la obra se lleva una sorpresa, porque le parece horrible, pero a su cliente le encanta y poco después llegan dos miembros del "Architects' Committee" que quieren fotografiar el edificio por ser "el diseño más original del año", la siguiente viñeta es la que reproduzco al comienzo de esta entrada y en ella puede verse la casa entera.
Este cómic no es la reproducción de un episodio que se emitiese en televisión, al menos con ese título, por lo que no tiene mucho que ver con el cine y la imagen en movimiento, pero al ver el edificio, "horroroso" para el arquitecto, "original" para el propietario y la crítica, no he podido dejar de hablar sobre él, seguro que los lectores lo podrán relacionar con algún otro que hayan visto y se podría escribir sobre este cómic, pero en estos días no tengo tiempo, así que se lo dejo a otros.

10 octubre 2012

Lista de películas "arquitectónicas" 2

El manantial (The Fountainhead, King Vidor, 1949)
Hace unas semanas publiqué una lista de películas que tenían relación con la arquitectura, ahora he encontrado otra más exhaustiva, titulada Film and Architecture, está firmada por el arquitecto, cineasta y músico de jazz Ehsan Khoshbakht y tiene 85 películas numeradas supongo que de la mejor o más interesante a la peor. Los siete primeros puestos son para las inevitables El manantial, Los Blandngs tiene casa, Metrópolis, Playtime, El eclipse, Apuntes de Frank Gehry, Berlín sinfonía de una metrópoli y Antonio Gaudí; pero pronto, en el puesto noveno, comienzan las sorpresas con Robinson in Space dirigida por el arquitecto Patrick Keiller del que también se elige su London en el puesto 85 y último; otras sorpresas son Zidane, un retrato del siglo XX (¿fútbol y arquitectura?) en el puesto 33; Wavelengh de Michael Snow en el 45; Swing Time con Astaire y Rogers en el 48, así como otros dos musicales Broadway Melody en el 66 y The Band Wagon en el 69; el documental de Kluge y Schamoni Brutalität in Stein en el 79; la terrorífica The Uninvited en el 81; y otro documental, Misère au Borinage en el 83.
Siempre he creído que es un error mezclar películas documentales con argumentales, aunque cada vez sea más tenue la frontera que los separa, y quizás deberían haberse hecho dos listas separadas, sin embargo, con toda la subjetividad que conlleva una lista unipersonal, su gran virtud es la misma que la de los buenos críticos, descubrir películas olvidadas o poco frecuentes en las pantallas..


04 octubre 2012

Gaudí y Huerga

Carátula del DVD
Había tenido ganas de ver la película que dirigió Manuel Huerga en 1989, sobre Antonio Gaudí para Televisió de Catalunya, desde que hace muchos años, cuando leí en Fotogramas una página -que tengo guardada-, sobre su grabación, de hecho, cité esta película en La imagen supuesta.
La semana pasada estuve en Madrid y en la nueva librería de  La Central, escondido entre dos tomos de arquitectura, encontré el DVD de la película editado el año pasado por Paco Poch. Anoche lo vi y me interesó. Huerga juega con el espectador diciéndole que va a ver fragmentos encontrados de una cinta de ficción sobre Gaudí, cuando en realidad se trata de recreaciones realizadas en 1989 con actores de aquella época, simulando en su tono y maquillaje los de las películas mudas. Este juego le permite la libertad de introducir secuencias seudocómicas, como la función de teatro infantil, y otras dramáticas, como la declaración de amor del arquitecto, atribuyéndoselas a esa -falsa- cinta de ficción. Últimamente cuando tanto se ha escrito sobre la espantosa The Artist y la espero que mucho más interesante  Blancanieves, sería bueno recordar este Gaudí que, sin ser mudo, recrea muy bien imágenes del cine de los primeros tiempos.
Respecto al contenido, ante todo debo confesar que sé muy poco sobre la vida de Gaudí, por lo que no puedo hablar sobre su fidelidad con la realidad, algo que tampoco importa demasiado en una película como ésta, aunque sobre todo se hable de la anodina vida del arquitecto catalán, más que de su obra. Evidentemente, lo fundamental para un arquitecto son las edificaciones que ha construido, que en el caso de Gaudí han sido estudiadas en muchas ocasiones y quizás por ello este análisis no parece ser el objetivo de la película.
En resumen, veintitrés años después de su emisión, Gaudí aún puede verse como un ejercicio interesante desde el punto de vista cinematográfico.

30 agosto 2012

ArchiMovie

Desde hace varios años sigo el extraordinario trabajo que está realizando el arquitecto italiano Giorgio Scianca, sobre las películas en las que alguno de sus personajes figura ser arquitecto y que puede seguirse en Architect's Book.
Aquí abro un paréntesis y recuerdo que para mi libro La imagen supuesta: Los arquitectos en el cine  publicado por la Fundación de la Caja de Arquitectos hace ya muchos años, en 1997, encontré trescientas setenta y cinco películas con esas características, desde entonces he seguido trabajando en este tema y ya -con algunas aportaciones de Giorgio y Andrés Daly- la lista asciende a cerca de mil doscientas películas que, en cuanto disponga de tiempo, analizaré y publicaré.
Volviendo a Giorgio Scianca, tiene una interesante columna en Il Giornale dell'architettura, titulada «ArchiMovie». La última corespondiente al nº 108 de agosto - septiembre de este año, es la que reproduzco en la ilustración y la ha titulado «Case abbandonate tra romanticismo e attivismo», en su texto dice que en Italia hay cerca de dos millones de casas abandonadas -¿Se sabrá cuántas hay en España?- y comenta tres audiovisuales sobre este tema:
El documental italiano Le dimore del vento dirigido por Alessandro Scillitani en 2011 y de 56 minutos de duración, basado en un viaje que hizo Paolo Rumiz en agosto de 2011 por Italia catalogando edificios abandonados y que publicó La Repubblica,
El programa de televisión británico The Great British Property Scandal, de 2011, producido por el Channel 4, en el que se cuenta como en ese país hay un millón de viviendas abandonadas y dos millones de familias buscando alojamiento, otra paradoja de nuestro sistema capitalista, y tras su emisión, sigue proponiéndole a la gente que comunique donde hay casas deshabitadas para buscar la forma de que sean utilizadas por familias sin hogar.
El documental estadounidense After the Factory, dirigido por Philip Lauri en 2012 y con 44 minutos de duración, sobre la situación de las fábricas abandonadas en dos ciudades tan alejadas y diferentes como Detroit y Lodz
En definitiva, es bueno saber que Giorgio Scianca continua con su labor como investigador y divulgador en el campo de la imagen en movimiento relacionada con la arquitectura y el urbanismo, y habrá que continuar siguiendo sus trabajos y recomendaciones.

25 julio 2012

Agrupémonos todos


Giuseppe Pellizza da Volpedo El Cuarto Estado, cuadro usado
en Novecento, dirigida por Bernardo Berolucci. 
Es probable que muchos jóvenes no sepan a qué se refiere el título de esta entrada del blog, para otros significará mucho, tanto de esperanza, como de ilusiones perdidas. Evidentemente es el principio de una estrofa de una traducción española de La Internacional, la melodía revolucionaria por excelencia del siglo pasado. Aunque en este momento en Europa y, sobre todo, en España estaría muy bien que nos agrupáramos para enfrentarnos a quienes nos están masacrando, este post no tiene ínfulas revolucionarias.
Hasta hace unos años había muy poca gente estudiando las relaciones entre Cine, Arquitectura y Ciudad, y debo decir que en España, tras el libro fundamental de Juan Antonio Ramírez, se nos podía contar con los dedos de una mano y aún sobraban dedos. Siempre ha habido investigadores que pretenden monopolizar su especialidad para que siempre les encarguen los trabajos a ellos, una actitud que no tiene sentido, porque es evidente que cuanta más gente haya trabajando sobre un tema, más se avanzará en él, afortunadamente cada vez hay más personas que trabajan en estas relaciones que tanto nos interesan.
En la anterior entrada hablaba del extraordinario trabajo del grupo portugués Ruptura Silenciosa; también se ha hablado en otras ocasiones de Teatro Marittimo, la revista que dirige David Rivera, así como de las clases que él y José Manuel García Roig imparten en la ETSA de la UPM; Luis Antonio Gutiérrez Cabrero lleva muchos años investigando en esa Escuela y sus alumnos avalan el interés de estas investigaciones; como también lo hace Javier Hernández Ruiz en la Escuela de Arquitectura de la UEM; el arquitecto Antonio Pizza está desarollando un máster en la ETSA de Barcelona con Celia Martín; Javier Rodríguez Barberán en la ETSA de Sevilla; Juan Calatrava en la ETSA de Granada; Maria Asunción Salgado ha comenzado a escribir en el Huffinton Post sobre este tema y mantiene su blog Arquicine; fuera de España ya se ha hablado del Festival de Cine y Arquitectura Santiago de Chile, de Andrés Daly en ese mismo país, de Neumann, de Penz, de Pallasmaa; Richard Koeck está desarrollando una gran labor en la Universidad de Liverpool y con su empresa CineTecture...
Seguramente me olvido de muchos otros investigadores, pero el mensaje de este comentario es que deberíamos saber más del trabajo que estamos haciendo todos, quizás reunirnos, o incluso, como en La Internacional, «agruparnos todos».

12 febrero 2011

El arquitecto

Este es un blog sobre cine arquitectura y ciudad, pero a veces, puede uno permitirse una licencia, como es este caso. Llevaba tiempo queriendo escribir algo sobre El arquitecto, la obra de teatro de David Greig, pero ha sido hoy cuando al leer el, como siempre, magnífico artículo que escribe Marcos Ordóñez, en El País sobre la obra, por fin me decidí a escribir estas líneas al descubrir además que las representaciones en el Teatre Lliure finalizan mañana.
En noviembre del año pasado fui al Lliure a ver una estremecedora representación de Vida privada, la obra de Sagarra, con un Pere Arquillué magnífico. Allí vi que ya se estaba anunciando L'arquitecte, me hice la foto adjunta, quizás para recordar que yo también lo soy o lo fui y compré el texto de David Greig, que tenían en la librería La Central del Lliure.
No he tenido la suerte de ver a representación dirigida por Julio Manrique y por tanto no puedo opinar sobre ella, pero el texto es bastante convencional, trata sobre un arquitecto cincuentón en crisis, cuya obra más importante son unos horrorosos (al menos según las fotos que he visto del montaje barcelonés) bloques de viviendas inspiradas nada menos que en las piedras de Stonehenge, llamados Eden Park, pero insalubres y con problemas, cuya antagonista es una activista que reúne firmas para demolerlos, la mujer del arquitecto está un tanto demenciada, su hijo es gay y su hija, que trabaja en su estudio, hace escapadas nocturnas. Hay alguna línea de diálogo interesante relacionada con la arquitectura y el arquitecto al final -ya lo supondrán- toma conciencia de lo que ha sido su vida.
El argumento me sonaba, pero ha sido Ordóñez quien me ha recordado que la película The Architect (Matt Tauber, 2006), protagonizada por Anthony LaPaglia, está basada en esta obra teatral, por cierto, en la película los bloques son aún más horrorosos, si cabe, que en el montaje barcelonés.
Como habrán comprobado quienes han estudiado las películas con personajes que figuran ser arquitectos, se trata de un argumento repetido en muchas ocasiones diferentes que, como toda obra de teatro ha de enjuiciarse después de asistir a su representación y no puede hablarse de ella sólo a través de su texto, como no puede hablarse de una película sólo con la lectura de su guión.
Marcos Ordóñez dice en su artículo que la obra debería itinerarse y evidentemente sería estupendo que hubiera alguna oportunidad de verla en las periferias.

02 septiembre 2010

Los Arquitectos en el Cine

En la entrevista que reproduje en la anterior entrada, hay una relación de las características generales que tienen los arquitectos que aparecen como personajes en las pantallas cinematográficas, relación que hice de memoria, sin contrastarla y de una forma demasiado osada. Para evitar los comentarios que han ido apareciendo en algunos lugares, como el facebook, y malos entendidos, copio el final de mi libro La imagen supuesta, editado por la Fundación de la Caja de Arquitectos en 1997: 

Los arquitectos en el cine son independientes, tienen la posibilidad de desplazarse a otro lugar cuando lo deseen, al tener un horario flexible ya que no estan sujetos a obligaciones laborales, aunque tengan una gran dedicación a la profesión, casi siempre obligados por unos clientes absorbentes, que los hacen descuidar su vida familiar.
Su trabajo los hace ser ingenuos y extraños en un mundo normalmente violento que les rodea. Están poco preparados para la acción, hasta que son obligados a tomar la decisión de intervenir en unos sucesos que contrastan con su profesión.
Las diferencias que los caracterizan frente a otras profesiones en el cine, vienen marcadas también por unos conocimientos profesionales especiales y algo misteriosos, una mezcla de sensibilidad y técnica que les hace tener una responsabilidad tan importante y notoria, que inspira confianza en su entorno inmediato.
En general los arquitectos son los personajes positivos de las narraciones, entre ellos casi no hay malvados y llevan una vida ejemplar, jalonada tan solo por algún desliz que, en el cine, se puede considerar humano.

07 diciembre 2008

Arquitectura y Cine

LA REALIDAD

Antes de comenzar a estudiar los profesionales reales que han intervenido en el cine y los ficticios que el séptimo arte ha "inventado" para mostrarlos en la pantalla, lo lógico es empezar con una panorámica de las relaciones entre el cine y la arquitectura. Una panorámica que pueda servir para centrar el tema, dando además la posibilidad de abrir caminos a futuras investigaciones.
Cuando el espectador entra en la sala de cine vive la realidad, su realidad. En el momento que se apagan las luces y empieza la película, comienza una historia que sucede en un espacio y un tiempo normalmente falsos, reproduciendo o creando otra realidad donde se sumerge el público, que abandona lo que le rodea. La ilusión debe ser completa y la introducción en ese otro mundo, total. Por lo tanto para el espectador hay dos realidades que se superponen.
Es evidente que el espacio y el tiempo cinematográficos no son reales con respecto a los del espectador, tanto uno como otro pueden ser falseados, aunque den la sensación de ser verdaderos. Y a esa sensación contribuyen los decorados que influyen decisivamente en el aspecto visual de la película e incluso en su argumento.
Las relaciones entre la arquitectura y el cine se van a estudiar desde dos puntos de vista. Primero desde el cine hacia la arquitectura, es decir la arquitectura que se hace en, o para, el cine y que que ha quedado para siempre impresionada en las películas. El segundo punto de vista es simétrico, desde la arquitectura hacia el cine, intentando explicar cómo influye el séptimo arte en la arquitectura construida o en las concepciones arquitectónicas de los profesionales.

CINE Y ARQUITECTURA

La relación más habitual entre cine y arquitectura, y la única que se ha encontrado en la mayoría de las ocasiones, se ha establecido estudiando sus aspectos formales. Es decir a través de las edificaciones que se muestran en la pantalla y su clasificación dentro de un determinado estilo o corriente arquitectónica.
Crear la forma de las edificaciones que aparecen en el cine es el objeto de la escenografía cinematográfica y por lo tanto para conocer estas formas es imprescindible estudiarla.
La escenografía, tanto teatral como cinematográfica, se ha considerado hasta ahora subordinada a la arquitectura, por creerse que es sólo un medio para reproducir espacios. No es este el lugar propio para desarrollar un teor’a de la escenografía, pero por los primeros pasos que el autor ha dado en un estudio que está comenzando a desarrollar, parece que se pueden establecer una serie de pautas diferenciadoras que inducen a pensar en la escenografía como una disciplina autónoma, que cuenta con un lenguaje y unos instrumentos específicos.
Dejando aparte esta hipótesis de trabajo, aún no suficientemente probada, se puede partir de la base que las analogías entre escenografía y arquitectura son suficientes al ser su objeto la construcción de espacios.
Por ello es conveniente empezar estableciendo una definición de la escenografía. El Delegado de la especialidad de Decoración en la Escuela Oficial de Cinematografía española escribía que la escenografía en el cine "consiste en reproducir una realidad adaptándola a unas circunstancias de espacio y tiempo que faciliten al máximo un futuro rodaje" .
Esta definición evidentemente es limitada y refleja la posición subordinada, que antes se citaba, ante la arquitectura.
La escenografía no sólo sirve para reproducir la realidad, incluso cuando se ha eludido esta realidad se ha logrado llegar a unas cotas más altas de creatividad, consiguiendo al mismo tiempo los objetivos a que está destinada.
Esta línea comenzó con el cine expresionista alemán y debe recordarse que la mayoría de los objetos de esta tendencia que se llegaron a construir se vieron en una pantalla. Una línea que al optarse por el realismo no tuvo casi continuidad en el cine mundial y mucho menos en el norteamericano, en el que puede rastrearse en algunas películas musicales.
Volviendo a la definición de escenografía, una de las más completas la establece Elena Povoledo, cuando dice que es: "el arte y la técnica figurativa que prepara la realización del ambiente, estable o provisional, en el cual se finge una acción espectacular. Por extensión se emplea también para indicar el conjunto de los elementos, pintados o construidos pero siempre provisionales, que ayudan a crear el ambiente escénico" .
La escenografía tiene dos formas de reproducir una realidad: repetirla en un estudio, o usarla directamente transformándola al rodar en exteriores.

Espacios ficticios

Para el Delegado de Decoración en el texto antes citado, lo más lógico en el momento en que escribía era rodar en estudio, por eso continuaba: "Cualquier otra actividad: Dirección, Producción, Cámara o Interpretación, pueden desarrollar sus ejercicios e incluso brillantemente, sin necesidad de un plató. No así nosotros, que necesitamos de ese imprescindible espacio cubierto y acondicionado para ejercitar y practicar las enseñanzas recibidas".
Aunque parecería más fácil repetir la realidad en un estudio, surgen multitud de problemas, algunos tan insospechados como los que contaba Wim Wenders cuando le preguntaban por las diferencias en el momento de colocar la cámara en estudio o en exteriores : "En un estudio siempre hay que estar evitando los encuadres hacia arriba, los contrapicados porque puede verse el techo. Así que hay que colocarse alto y rodar, encuadrar hacia abajo. Lo más difícil de imitar, de hacer intuir, si hace falta, es el cielo, aunque esto puede parecer algo trivial" .
La realidad de los decorados construidos en estudios puede llevar a la frustración frente a la realidad que se presenta en la pantalla: "Porque si se entra en el cine, se descubre directamente que es muy poco fascinante, muy aburrido: nunca hay menos realidad que en un set, porque el set no es nada, es la película la que lo hace especial. Se puede muy fácilmente sobrestimar la influencia del cine, del haber hecho cine: hacer cine, es la desmitificación completa del cine" , declaraba el arquitecto Rem Koolhas. Sin embargo el director Raul Ruiz decía que "las emociones que producen los decorados, los elementos móviles, son algo difícil de trasmitir en el cine. Cuando estás en un estudio la visión lejana del paisaje es una cosa, cuando te acercas ves cuán distinto es todo aquello" .
A esta sensación se suma otra diferencia entre la escenografía cinematográfica y la arquitectura. Una de las limitaciones del escenógrafo consiste en que, tal como contaba el director artístico Gil Parrondo: "en decoración normal un buen decorador todo lo que toca es para embellecerlo, para hacerlo más elegante. En cine, a veces hay que convertir un ambiente normal en algo horrendo para que vaya bien con la secuencia, con el personaje. El decorador de cine tiene que enamorarse a veces de una cosa de mal gusto, de una falta de armonía entre dos muebles. Eso es lo apasionante del decorador cinematográfico, que en cierto momento tiene que gustarle una cosa horrorosa" . El buen director artístico se diferencia del buen arquitecto por su capacidad de repetir la realidad de una forma tal, que puede tener la obligación de hacer algo que va contra su gusto estético.

Espacios reales.

Pero como antes se dijo también se puede rodar en exteriores, en la propia realidad transformándola. Algo que han hecho muchos directores artísticos y que algunos críticos han atribuido a directores como Vincente Minnelli: "Los escenarios elegidos por Minnelli pueden ser reales, o reproducciones de lugares reales, pero están tan cuidadosamente seleccionados que se convierten en subjetivos, y adquieren a veces gran importancia simbólica" .
La elección del lugar ya supone una selección de espacios que luego son modificados por el objetivo de la cámara y su posición.
El uso de emulsiones más sensibles para las películas hizo, entre otras razones, que se empezase a rodar en exteriores, y si se rodaba en la calle, ¿por qué no elegir buenos edificios para servir de escenarios?.
Quizás por eso, Man Ray filmó Les mystéres du Cháteau du dé (1929) en la casa que Mallet Stevens le construyó a los Noailles, o directores como René Clair situaban la acción de París dormido (Paris qui dort, 1923) en lo alto de la Torre Eiffel. Las edificaciones de altura siempre han fascinado a los cineastas, King Kong es abatido en 1933 desde la cúspide del edifico más alto del mundo en su tiempo, del Empire State Building y en 1976 cae de las Torres Gemelas, que en aquel momento ya habían superado al Empire en altura. La parte más alta de otro rascacielos, el Chrisler, es elegido por una gigantesca serpiente emplumada azteca para construir su nido en La serpiente voladora (The winged serpent, Larry Cohen, 1982), confundiéndose la arquitectura art-deco con la fisonomía del monstruo. El edifcio Chrisler ha sido además elegido por Woody Allen en varios de sus películas como símbolo de Nueva York y como uno de los edificios más destacados de la ciudad, en el recorrido que les hace su alter-ego, el arquitecto David Tolchin, a dos chicas en Hannah y sus hermanas (Hanna and Her Sisters, 1986).
Volviendo a París, Orson Welles rodó El proceso (Le procés, 1962) en la Gare du Orsay, y Bernardo Bertolucci hizo que Marlon Brando y María Schneider se encontrasen en el edificio de la Rue Vavin de Henri Sauvage -mostrando una vivienda como pocas veces se ha hecho en el cine- en El último tango en París (Ultimo tango a Parigi, 1972). La misma María Schneider deambuló con Jack Nicholson por los edificios de Gaudí en El reportero (The passenger, Michelangelo Antonioni, 1974), un Antonioni que había comenzado y finalizado su Blow-Up (1966) con unos mimos alrededor de la sede londinense del Economist, obra de Alison y Peter Smithson. Dirk Bogarde había fijado su residencia en el Karl Marx Hoff vienés en Portero de noche (Il portiere di notte, Liliana Cavani, 1975). Más recientemente Eric Rohmer en Las noches de la luna llena (Les nuits de la pleine lune, 1984) y Terry Gilliam en Brazil (1984) obligaron a que sus personajes viviesen -malviviesen en el segundo caso- entre los edificios que proyectó Ricardo Bofill en Marne-la-Vallée. Wim Wenders situó el cuartel general de los ángeles berlineses en la Biblioteca Estatal de Hans Sharoum en El cielo sobre Berlín (Der himmel Über Berlin, 1987) y en España, Carlos Saura usaba edificios de Javier Carvajal en La madriguera (1969).
Los edificios de Frank Lloyd Wright también se han usado directamente para el rodaje de algunas películas. En Hannah y sus hermanas (Hanna and Her Sisters, 1986) una de las protagonistas pensaba "No comprendo cómo se me ocurrió decir esa tontería sobre el museo Guggenheim. Ese chistecito imbécil de que hay que ponerse patines para verlo". Un edificio en el que se celebraba un cóctel en Vida y amores de una diablesa (She's Devil, Susan Seidelman, 1989) y que Ridley Scott usó en La sombra del testigo (Someone to Watch Over Me, 1987) para otra escena en la que también había otro cóctel. Por lo que es posible que algunos espectadores desinformados empiecen a creer que el edificio no es un museo sino un lugar para dar fiestas. Ridley Scott además situó la vivienda del gángster japonés de Black Rain (1989) y la del protagonista en Blade Runner (1982) en la casa Ennis, usada también en Hembra (Female), la historia de una ejecutiva precursora de los yuppies dirigida en 1933 por Michael Curtiz. Este es un caso curioso, en el que un mismo decorado sirve tanto para reflejar un presente optimista y avanzado en los años treinta, como un futuro apocalíptico en los años ochenta.
Los edificios de las nuevas estrellas de la arquitectura también se han utilizado en el cine, como en Ocho millones de maneras de morir (8 Millions Ways to Die, Hal Ashby, 1986) donde Jeff Bridges parlamentaba con Andy García delante del Museo Aeroespacial de Frank Gehry o en Blanco humano (Hard Target, John Woo, 1993) en la que la ruina del posmodernismo ha llegado al extremo que la Piazza d'Italia que construyó Charles Moore en 1978, es usada como morada de indigentes.
En esta apresurada relación no se debe olvidar que la sede de la C.I.A. en la satírica Espía como puedas (Rick Friedberg, 1996) es uno de los edificios de Disney logrando que una edificación inspirada en el cine, vuelva a ser utilizada por este medio gracias a su estilo jocoso, logrando darle otra intención completamente diferente.
El edificio real es mucho más reconocible por el público y por lo tanto es más fácil que tenga un papel protagonista y unas connotaciones de las que carecería si fuese un edificio reconstruido.

Construcción escenográfica. Construcción arquitectónica.

La forma de construir la escenografía, su lógica constructiva, la diferencia radicalmente de la arquitectura. Esta diferencia no podía dejar de estar recogida en manuales de escenografía como el de Vincenzo del Prato: "La construcción escenográfica es por su naturaleza transitoria y por ello sus estructuras portantes son diferentes a las de la arquitectura. Generalmente está realizada de modo provisional, con puentes de hierro oportunamente ocultos en la estructura arquitectónica y haciendo uso de materiales de rápida aplicación de modo que todo cuanto es necesario para la construcción de la escena pueda estar puesto en la obra en un tiempo más reducido que en la construcción arquitectónica" .
En este texto se cita otra de las diferencias fundamentales entre arquitectura y escenografía: la perdurabilidad de lo construido.
Esto no significa que un objeto por su duración, y por tanto por el método empleado para su construcción, pueda ser clasificado como arquitectura o como escenografía. Hay numerosos casos en la historia de la arquitectura en que un edificio construido sólo por un tiempo determinado ha influido tanto como otros que han perdurado a través de los siglos. Un ejemplo podría ser el Teatro Científico construido por Aldo Rossi para la Bienal de Venecia en 1980.
Sin embargo, en el aspecto de la perdurabilidad las dos disciplinas se distinguen claramente. Albert Speer, el arquitecto de Hitler, levantaba con escayola a escala real parte de los edificios que luego construiría. En este caso es fácil distinguir entre la arquitectura y la escenografía.
En el texto antes citado Vincenzo del Prato continúa diferenciando la arquitectura que "construye para permanecer en el tiempo y por la necesidad del hombre de modo que pueda moverse físicamente en ella, girar alrededor, entrar, salir, descender, apreciar los volúmenes, en suma vivirla" de la escenografía cinematográfica que "construye obras que deben durar sólo para el tiempo necesario de ser utilizada por un medio mecánico como la cámara, que, accionada de cierto modo, le pueda registrar para restituir al ojo humano su propia imagen, para después ser demolida".

CONSTRUIR UN EDIFICIO, RODAR UNA PELÍCULA

Antes de pasar al segundo punto de vista -la arquitectura y el cine- hay una relación intermedia entre las dos disciplinas: la estructural. Aquella que establece paralelismos en la forma en que se realizan el cine y la arquitectura.
Es muy significativo que algunos directores hayan comparado su trabajo con el de un arquitecto. Cuando a John Ford le preguntaban si improvisaba en el plató, afirmaba que lo hacía pocas veces porque traía ya preparados los movimientos de cámara y comparaba esta preparación con el proyecto arquitectónico: "¿Qué pensaría usted de un arquitecto que llegase a su edificio y no supiese dónde poner la escalera? Un filme no se "compone" en el decorado; se aplica al filme una composición predeterminada". Ford continuaba con la comparación entre la creación de una película y un edificio: "Es erróneo comparar a un director con un autor. Se parece más a un arquitecto, si es creador. Un arquitecto concibe sus planos a partir de ciertas premisas dadas: la finalidad del edificio, su tamaño, el terreno. Si es inteligente, puede realizar algo creador dentro de esas limitaciones". Y finalizaba justificándose por no lograr una obra maestra en cada una de sus películas: "Los arquitectos no sólo crean monumentos y palacios. También construyen casas. ¿Cuántas casas hay en París por cada monumento? Lo mismo pasa con las películas. Cuando un director crea una pequeña joya de vez en cuando, un Arco del Triunfo, tiene el derecho de hacer películas más o menos corrientes" .
Si Ford consideraba que existen analogías en el planteamiento de los trabajos, Borowczyk las encontraba en la fase final de las películas, en el montaje, donde "hay también muchas posibilidades de reforzar la idea inicial, mediante la dosificación de algunos movimientos, por las proporciones, por el ritmo... Siempre se puede invertir o cambiar algo. Son infinitas las posibilidades de jugar todavía con los elementos prefabricados: es un juego de composición" y terminaba diciendo: "En la construcción de una casa prefabricada, tiene que ser apasionante para el arquitecto jugar con toda una serie de materiales ya hechos" .
El montaje cinematográfico y el proyecto arquitectónico también han sido analizados y comparados en un interesante artículo por Antonio Vélez Catraín: "Sin película el guion es literatura, sin edificación el proyecto es sólamente dibujo" .
Las similitudes entre la arquitectura y el cine se producen también en la forma de trabajo de los arquitectos y los cineastas, que en ambos casos necesita la colaboración de un numeroso equipo de profesionales para poder llevar a la práctica el edificio o la película.
Luis Buñuel escribió que una película "como una catedral, debe permanecer anónima, porque gente de todas clases, artistas en muchos campos diferentes, han trabajado duro para erigir esta estructura maciza, todas las industrias, toda clase de técnicos, masas de extras, diseñadores de decorados y vestuario" .
La gente que rodea a cineastas y arquitectos impone reglas y puede frustrar los proyectos iniciales. Peter Greenaway declaraba: "Me parece también que hay una clara analogía entre el proceso de fabricación de una película y el de un edificio... como los realizadores los arquitectos conciben grandes proyectos que ponen en juego importantes presupuestos y que acaban por no realizarse nunca. Además en torno a las dos profesiones se encuentra la misma muestra heterogénea de personajes: productores, financieros, organizadores, críticos, público, etc. Después de haber empleado tiempo, dinero, e imaginación, tanto el arquitecto como el realizador, pueden, a fin de cuentas, ver como se echa a perder su proyecto".

ARQUITECTURA Y CINE

La primera relación, y la más obvia, entre arquitectura y cine es la que existe con los edificios realizados para el cine, que pueden pertenecer a diversas tipologías , pero que fundamentalmente pueden dividirse de nuevo según donde esté situada la realidad, delante o detrás de la cámara, enfrente o tras de la pantalla.
En el caso que la realidad esté detrás, el edificio servirá para crear la ficción, es decir será un estudio cinematográfico, cuando la realidad está delante el edificio sirve para mostrar el espectáculo.
Empezando por los estudios, su tipología no ha sido suficientemente analizada , porque se ha supuesto que son simplemente unos grandes contenedores, una especie de naves industriales dentro de las cuales sólo se ruedan películas. Sin embargo hay ejemplos de edificios interesantes como los estudios E.C.E.S.A. de Aranjuez diseñados por Casto Fernández Shaw o los que proyectó Terragni en 1934.
La otra tipología, la de los edificios dedicados al espectáculo, ha sido estudiada en muchas ocasiones y desde mucho puntos de vista, por lo que no tiene sentido abundar en el tema.
Por último, aún hay otra relación más profunda entre arquitectura y cine, aquella que sólo pueden enseñar los directores a los arquitectos: cómo mostrar el espacio. Como decía Paul Chemetov: "el cine culturalmente hablando aporta a la arquitectura una nueva mirada, porque la arquitectura también se nutre de miradas y se renueva por la mirada, el conocimiento y la apreciación visual de las cosas" .
El método parece sencillo. El medio más eficaz es mediante el movimiento, el cine es el único arte de representación móvil, por ello es mucho más idóneo para representar la arquitectura que, por ejemplo, la pintura o la escultura. El único problema es que el movimiento dentro de ese espacio no se realiza libremente sino guiados por los designios de un director. Los arquitectos pueden aprender a usar mirar y por lo tanto a crear contenedores de espacio, gracias a la mirada experimentada de los cineastas.
Cesare Brandi caracterizaba a la arquitectura precisamente por el movimiento: "en la arquitectura no sólo debemos entrar y salir, sino que tal exigencia llegará a ser tan imperiosa que lleva a no reconocer la dignidad de arquitectura a un simple aspecto o a un bloque macizo: polos extremos de una arquitectura sin espacio interno. Así la escenografía no es arquitectura y el obelisco y la pirámide oscilan entre la arquitectura y la escultura" .
Brandi se refiere a la escenografía teatral que el espectador percibe de forma estática sin poder recorrerla al carecer el espectador de movimiento dentro del escenario.
En el caso del cine no se puede emplear esta diferencia entre la arquitectura y la escenografía por la posibilidad de movimiento que existe en la primera, frente a la estaticidad de la segunda, ya que ésta sí puede recorrerse y de hecho la cámara se mueve mostrando diversos ángulos de visión del decorado.
La única diferencia con la arquitectura, respecto al movimiento, es que el espectador en el cine no recorre los espacios libremente, sino guiados por los deseos del director de la película.
Otra de las relaciones entre cine y arquitectura queda así caracterizada por la relación entre los espacios arquitectónico y escenográfico a través del movimiento.

NOTA: Este es uno de los capítulos del libro La imagen supuesta. Arquitectos en el cine, Fundación Caja de Arquitectos, Barcelona, 1997.
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