Como ya había anunciado en otra entrada anterior, el lunes pasado impartí una conferencia sobre Peter Greenaway, en el ciclo Los caminos del cine europeo que organizan Blanca Oria y Juan Zapater para la UNED en el estupendamente restaurado Palacio del Condestable de Pamplona, por cierto, con un notable éxito de público que sigue todo el curso. Allí estuve arropado por ellos dos y por otros nuevos amigos fantásticos. El martes inteligentemente guiado por el pintor Félix Ortega, tras una parada obligatoria en la librería Auzolan -donde también tienen una buena sección de libros de ocasión-, visité varios edificios recientes de la ciudad que no conocía, sobre todo, el Baluarte de Patxi Mangado y el Archivo General de Navarra de Rafael Moneo, visité por fuera, porque en el primero sólo nos dejaron pisar el vestíbulo y nos expulsaron, y del segundo tan sólo la planta baja, algo asombroso y completamente diferente a lo que pasa en países como Finlandia e incluso a lo que sucedió en el Hotel Puerta del Camino, donde no sólo nos dejaron entrar, sino que además nos permitieron pasar solos hasta el restaurante que han montado con extraordinario acierto en la iglesia del antiguo convento. Algún día, si tengo tiempo y ganas, escribiré algo sobre el Baluarte y el Archivo, ambos muy interesantes y el primero además bastante contradictorio. Ese mismo día se publicó en el Diario de Navarra una entrevista que me hizo Nerea Alejos, con la estupenda fotografía de Buxens que acompaña a este texto, Nerea con gran paciencia y acierto resumió y extrajo lo más interesante de una larga conversación que mantuvimos sobre Greenaway. Como creo que gracias a ella puede ser interesante, la publico a continuación:
«Hace quince años, el arquitecto canario Jorge Gorostiza se propuso desentrañar el "misterio Greenaway". Se enfrentaba a un cineasta "muy difícil de estudiar y de entender", que dibuja las películas plano a plano, como si fueran una obra de arquitectura, y escoge obras de arte del Barroco o del Renacimiento para dotarlas de imágenes, música y voces.
Gorostiza, autor del único libro que se ha escrito en España sobre Greenaway, compartió ayer las claves del inabarcable universo del cineasta británico con el medio centenar de asistentes al ciclo El camino del cine europeo, que tiene como sede el Civivox Condestable. La jornada de hoy, que lleva por título El círculo perverso, estará dedicada a Roman Polanski.
- Así que en realidad Peter Greenaway no es un cineasta.
- Él dice que el cine ha muerto, porque lo único que hace es contar historias. Y para eso ya lo hacían mejor los novelistas del siglo XVIII.
- En sus más de 60 películas, muestra un recorrido que abarca desde el arte barroco hasta las nuevas tecnologías.
- Es un cineasta difícil de estudiar y de entender, pero casi todas sus películas se han estrenado en el cine. La última de ellas, Ronda de noche (2007), es totalmente argumental: cuenta una historia alrededor del cuadro de Rembrandt. En otras de sus películas superpone hasta seis u ocho imágenes distintas, mezcla texto con imagen, cuenta varias historias al mismo tiempo ... Es un hombre del Renacimiento que utiliza todos los instrumentos que tiene a mano. No se le puede equipara con ningún otro cineasta.
- En concreto, usted ha analizado sus películas desde una visión arquitectónica.
- Él dibuja sus películas plano a plano. Nada es aleatorio, todo está pensado y estudiado. Si un personaje se come una fruta, es una metáfora o alegoría, o tiene relación con un cuadro concreto. La propia estructura de sus películas tiene que ver con la arquitectura porque busca la simetría. A la hora de rodar, mueve la cámara en paralelo o en perpendicular.
- ¿Cree que esta manera de entender el cine acabará dejando alguna huella?
- Su influencia está más presente en el ámbito de Internet, la publicidad, los videoclips, las exposiciones... Él maneja las más avanzadas tecnologías y en esta última etapa está más dedicado a las performances que al cine. En ellas, un discjockey pone la música mientras él mezcla y proyecta las imágenes de sus películas o cuadros. Lo hizo en Bilbao con Las bodas de Caná de Veronese y ahora está preparando un proyecto sobre el Guernica de Picasso.
- Usted, como arquitecto, habrá reflexionado sobre el poder del cine a la hora de transformar espacios.
- Se ha puesto de moda visitar los escenarios de las películas, como la casa en la que se rodó El orfanato, que está en Asturias. La línea divisoria entre la realidad y la ficción cada vez es más delgada. No vemos la realidad como es, sino como nos la han contado en el cine. Los cineastas construyen más la realidad que los arquitectos. Tenemos que aprender de ellos, porque saben poner en valor espacios que arquitectónicamente no tienen interés.
- Hay ciudades puramente cinematográficas...
- Está el Madrid de Almodóvar, que tiene un valor diferente gracias a la mirada del cineasta, el Nueva York de Woody Allen... Resulta que todos hemos ido a la Via Véneto para ver la Roma de Fellini y en realidad esa calle la construyeron en los estudios Cinecittá.
- Usted ha dedicado otro libro a analizar la figura del arquitecto en el cine. ¿Qué estereotipos se han creado?
- Quería saber cómo nos veía a los arquitectos el resto del mundo y he encontrado más de cuatrocientas películas que lo muestran. Es un hombre guapo, infiel, mujeriego, más artista que técnico, ingenuo... En el sentido de que suele ser engañado. Por ejemplo, le obligan a robar en los edificios que conoce».
No hay comentarios:
Publicar un comentario