Gil Parrondo, fotografía publicada junto con la entrevista |
Hace poco navegando por la red encontré una entrevista que le hicieron en 1971 a Gil Parrondo, un gran maestro de la escenografía (aunque él prefiere llamarla decoración) cinematográfica, del que ya he hablado en este blog, una entrevista firmada por Heras Lobato, que reproduzco a continuación:
Ha
conseguido para España el primer Oscar de la historia. Uno de los siete que se
han otorgado a la película Patton, el de dirección artística o
decoración, que es lo mismo, ha sido para Gil Parrondo. Es para él la
culminación de una carrera. Y para el cine español, un gran honor. Porque Gil
Parrondo se siente tan español, que nunca ha aceptado trabajar en una película
que no fuera encargada en España. Lleva cerca de treinta años en el tajo; se ha
formado aquí. Es de la generación "de aquellos románticos que veíamos el
cine como una misión superior, mística casi, y luchábamos por hacer las cosas
sin dinero, que trabajábamos en tres o cuatro películas a la vez". Fue el
decorador, entre otras muchas cintas, de Jeromín, por aquellos tiempos. Más tarde,
de La caída del Imperio romano, del Cañón, de Doctor Zhivago...
-¿Han
tenido que unirse a los extranjeros para hacer grandes cosas? ¿Hemos tenido que
esperar que España se hiciera un poco la sucursal de un Hollywood decadente?
-Nosotros
hicimos un cine válido para la época en que se producía. Y hoy mismo, digan lo
que digan, el cine español no está tan mal. ¿Cómo puede vituperarse
completamente un cine que ha producido películas como La tía Tula, por ejemplo?
Hay un plantel de directores jóvenes que tiene mucho que decir y que, de hecho,
están haciendo muchas cosas.
-Pero
¿les dejan?
-Ese
ya es otro problema. Pero nuestro cine no está tan mal, ni mucho menos.
-Los
americanos ¿se están aprovechando de los técnicos españoles?
-Nosotros
nos estamos aprovechando de ellos y ellos se están aprovechando de nosotros.
Es una correspondencia. Yo puedo asegurarle que los técnicos españoles son
insuperables. Y los trabajadores, los que hacen lo que los decoradores pensamos
y diseñamos, son, sin discusión, los mejores del mundo. Lo digo porque he visto
trabajar a los de otros países y porque así lo han reconocido directora de
auténtica talla. Trabajan con una perfección y con una rapidez verdaderamente
admirables. Por eso, entre otras razones, se ruedan ahora tantas películas en
España. Luego está el problema de los impuestos y, sobre todo, la riqueza
geográfica de nuestro país, que a muy pocos
kilómetros de distancia tiene paisajes tan diferentes como el de Galicia
y el de Castilla o como el de Almería.
Nunca me ha gustado el cine bélico
Y me
cuenta que cuando iban a rodar Patton -el trabajo de los decoradores duró casi
un año- encontraron una llanura en Almería que era mejor aún que el propio
escenario de la célebre batalla de El Guettar. Y lo mismo sucedió para rodar las
escenas que en la vida real sucedieron en Sicilia, y con Segovia para las de
las Ardenas y con Navarra para las de Normandía.
-¿Cuánto
cuesta hacer los decorados de una película así?
-No
se lo puedo decir exactamente, pero mucho dinero. Se reproduce todo con una
absoluta fidelidad, porque, además, en las grandes películas americanas se
cuenta con una increíble documentación. Hasta los números que iban pintados en
los tanques eran los verdaderos.
-Y
usted, ¿Cuánto gana?
-Tampoco
se puede decir, porque eso depende de las condiciona del contrato. Pero este
trabajo está muy bien pagado.
Calla un instante. Piensa. Habla del Oscar y
dice:
-Es
curioso. Nunca me ha gustado hacer cine bélico. Voy a tener que ir cambiando de
idea.
-¿Qué
época es la más difícil de reproducir?
-Para
mí, la actual. Las antiguas ofrecen, creo, menos dificultad, porque hay documentación
y son más lucidas. La presente... Es difícil, por ejemplo, pararse a pensar qué
es lo que pondría en su casa, de acuerdo con su carácter, el protagonista.
Don
"Óscar" Gil
Llegan
unos amigos, compañeros de los estudios. Le dan la enhorabuena. Gil Parrondo
acababa de llegar de Barcelona, de rodar Nicolás y Alejandra, y le llaman en
broma Don "Oscar" Gil.
-¿Usted
sufre la crisis de las grandes Compañías cinematográficas americanas?
-Yo
personalmente no. A mí me sobra, por fortuna, trabajo. Pero esa crisis,
evidentemente, existe. De todas formas, el cine americano es una cosa muy rara.
Se quiere no creer en él, se dice que está acabado, que Hollywood
está muerto... Por cierto, estuve hace no mucho tiempo allí. Para mí era como
visitar el no va más. VI cosas nuevas: los grandes solares de las Compañías,
que habían sido vendidos para edificar hoteles. Lo que más me emocionó fue la
pequeña casita de Tom Mix. Era como volver a mis tiempos del cine. A mis héroes
más queridos. De verdad que estuve a punto de llorar. Vi también cómo se
estaban vendiendo los vestidos que usó Greta Garbo... Sí; Hollywood, el cine
americano, decae, y los europeos han demostrado con películas como La Strada -para
mí la mejor de la historia del cine- que no hay que gastar mucho dinero para hacer
una gran película. Pero los americanos siguen haciendo cine como nadie y cuando
dicen "Vamos a hacer una película", lanzan una en la que todo es
perfecto: la dirección, la interpretación, la música, los decorados. Porque, ya
le digo, hacen cine como quieren. En Hollywood, además, hay algo raro, una
especie de misticismo, de magia, que no se puede producir, que no existe en oíros
lugares. Y cuando todo el mundo dice "están acabados" surge el genio.
Como una Barbra Streisand, por ejemplo. Que es hasta fea, que no tiene una cara
bonita, pero que es genial...
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