21 mayo 2011

El arquitecto y el poder. Albert Speer.


Hoy en España es un día denominado de reflexión porque mañana los ciudadanos iremos a votar. Un día histórico porque la gente se ha echado a la calle para protestar por un sistema que sólo permite la participación masiva mediante el voto, que no ha funcionado (o incluso ha provocado) esta crisis y ha blindado a sus miembros. No puedo evitar mi entusiasmo ante este movimiento ciudadano, que me recuerda a mí mismo saliendo a la calle a manifestarme en los estertores de aquel tiempo oscuro que han denominado franquismo; es verdad que entonces era más peligroso, pero no menos apasionante que ahora. No sé qué pasará (nadie lo sabe) pero por los menos los españoles se han movido y eso me llena de esperanza. Un movimiento, por cierto, continuamente "interpretado" por las imágenes en movimiento, tanto por sus propios canales en las redes sociales, como por los oficiales.
Todos sabemos quienes son esos políticos a los que no se les conoce otra profesión, esos que no van a cambiar, ni se van a cuestionar su medio de vida, gente que confieso no me interesa; pero en las listas junto a ellos hay técnicos y profesionales honrados que, como soy optimista,  supongo que quieren mejorar su sociedad y no tan sólo abandonar las listas del paro. Éstos sí me interesan y preocupan, porque en seguida me he acordado de Albert Speer, aquel arquitecto, parecido a Fausto, seducido por el diablo hitleriano y, ya que este es un blog de arquitectura y cine, ha sido el arquitecto que más veces ha aparecido en películas de ficción, pero de eso creo que hablaré dentro de unas semana. Hace poco conseguí un viejo libro escrito por Joachim Fest titulado Preguntas sin respuesta: Conversaciones con Albert Speer (Ediciones Destino, Barcelona, 2008), Fest había ayudado a Speer en la redacción de sus interesantes Memorias y había ido tomando notas de todo aquéllo que Speer no escribió, y eso es lo que publica en estas conversaciones, cuya Introducción finaliza con estas palabras de Fest:

Más allá del alcance real de su conocimiento, siempre me ha parecido inquietante que un hombre de su procedencia social y familiar, y provisto de los criterios morales propios de su educación, fuera capaz de sentirse atraído por un poder hasta tal punto cruel y ufano de sus atrocidades. Sus a menudo zaherientes muestras de desprecio hacia los jerarcas del régimen con los que se codeaba, lejos de arreglar nada, aumentan aún más la irritación que suscita al espectador.
Precisamente esta circunstancia plantea la pregunta de todas las preguntas, una pregunta que constituye el legado de los numerosos tiranos de nuestra época y que todavía está desprovista de una respuesta siquiera aproximada: ¿Qué precauciones cabe tomar para construir una especie de seguro frente a semejante pérdida de todos los criterios?.. Y, lo que quizás es aún más desasosegante ¿Existen tales precauciones?.

4 comentarios:

Federico García Barba dijo...

Creo reconocer a qué arquitectos te refieres. El peligro es que el poder acaba quemando siempre, como las polillas y su atracción hacia la luz.
Como siempre muy oportuna tu reflexión.

Jorge Gorostiza dijo...

Muchas gracias a ti Federico. Me refería a lso arquitectos por el carácter del blog y porque quería enlazar con Speer, pero el comentario se podría referir a otros profesionales: médicos, abogados, historiadores... "compañeros de viaje" (como se decía antes)de los políticos profesionales y, sobre todo, me apasiona el comentario de Fest sobre la atracción del Mal. En cuanto acabe otras cosas tengo interés en profundizar en Speer, ya te contaré algo.
Gracias otra vez y esperemos que hoy que al menos gane el menos malo.

Jorge Gorostiza dijo...

Copio el comentario que escribió el arquitecto Julio Malo de Molina en facebook sobre esta entrada de mi blog: «Interesantes las Memorias de Albert Speer, arquitecto de Hitler que murió hace poco en Londres luego de pasar 20 años en Spandau. Influyó la arquitectura española del primer franquismo con la vanguardia moderna diezmada por la guerra, pero... la derrota nazi y la adopción del Moderno como el estilo propio de los vencedores cambió las cosas. Los propios falangistas nos devolvieron la modernidad, como Sota con su espléndido Gobierno Civil de Tarragona».

Jorge Gorostiza dijo...

Y ahora copio lo que yo mismo le contesté a Julio, también facebooK: «Interesante reflexión. Si te gustaron las "Memorias", te recomiendo este libro de Fest, porque, como es lógico, es mucho más objetivo que un texto en el que alguien crea (más que recrea) su propia vida. También están publicados en España los "Diarios de Spandau" de Speer, que se vendieron en los quioscos con la colección de libros "Memorias de guerra" de Altaya y se puede pedir contraeembolso».
He hecho esto porque supongo que muchos de los que pudieran leer este blog, no son amigos míos o de Julio en facebook.

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