28 enero 2011

El pabellón alemán. Mies - Millares

Ayer recibí el cortometraje de Juan Millares y anoche lo vi un par de veces. No he podido esperar más para comentarlo porque me parece estupendo. Pero vayamos al principio, aunque nuestros caminos se habían cruzado en varias ocasiones, no conocía personalmente a Juan, y debo reconocer que tampoco había visto sus películas anteriores, ni siquiera la última, Cuadernos de contabilidad de Manolo Millares, afortunademente, el sábado pasado coincidimos en Madrid en la Gala de los Nominados de la Academia de Cine, porque han nominado a El pabellón alemán  al Premio Goya como mejor corto documental, allí por fin pudimos hablar y me ofreció mandarme su película, otros también lo hicieron y la verdad es que Juan ha sido el único que ha cumplido.
Vamos a lo importante, a la película, que por supuesto no voy a "destripar" por lo que no habrá lo que ahora se llaman "spoilers"; Juan siempre en primera persona y por escrito, porque no hay voz en off -que él ha declarado que detesta-, hace una ingeniosísima introducción refiriéndose a las fotografías del París despoblado que hizo Eugène Atget a principios del siglo XX, para después pasar al pabellón de Mies van Der Rohe, muestra ese bello simulacro que se ha levanta hoy en día en su lugar -por cierto lleno de orientales armados con cámaras- y allí usando las reveladoras fotografías obtenidas el día de su inauguración descubre un crimen... o no.
En la película hay varios temas importantes, entre ellos uno arquitectónico, cómo un edificio que siempre se ha mostrado vacío, es ocupado y "colonizado" por la gente y además por personas relevantes que, la verdad, desentonan con el entorno y cómo ese edificio, aparentemente inmutable, se modifica por la acción de sus ocupantes, incluso de un modo físico; otro tema es el de la mirada a través de las imágenes fijas, que es un asunto apasionante y, como se sabe, el principal en Blow Up; por supuesto que hay muchos más temas, la subjetividad del narrador, la relación entre realidad y ficción, la resonsabilidad de la gente anónima en las atrocidades de la guerra, etc.
El pabellón alemán ya ha sido premiada en varios festivales y espero, sin conocer a sus contrincantes, que quienes pueden votar, le otorguen con toda justicia el Goya. Entre tantas cosas interesantes, sólo hay una pequeñez que desentona, su cartel, que por otro lado, es una buena fotografía, pero impropia del contenido de la película. En fin, como escribía al principio, una película estupenda muy recomendable para arquitectos y cineastas, de la que estoy seguro que se seguirá hablando durante bastante tiempo.

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