Al parecer Richard Buckminster Fuller le preguntó a Norman Foster cuánto pesaba uno de sus edificios, ya que cuanto más pesase, peor resuelto estaría. Sin comentarios.
Es indudable que Norman Foster, The Lord Foster of Thames Bank, es un personaje completamente fascinante para ser el protagonista de una película. Norberto López Amado y Carlos Carcas han dirigido ¿Cuánto pesa su edificio, Mr. Foster? (How Much Does your Building Weight, Mr. Foster?, 2010) que se proyectó en los festivales de Berlín y San Sebastián, donde Foster se convirtió en otra de las estrellas que visitaron esos eventos. El guión es del director del Museo del Diseño londinense Deyan Sudjic, y los productores son Elena Ochoa y Aiete-Ariane Films, S. A., es decir Imanol Uribe y Andrés Santana, que tras el estupendo El último truco, sobre el maestro de los efectos especiales Emlio Ruiz del Río, parecen continuar con los documentales biográficos.
Desgraciadamente el documental se estrenará en España, solamente en muy pocas salas y todas de grandes ciudades. Como no lo he visto, aunque estoy deseando hacerlo, evidentemente no puedo comentarlo, por ello adjunto dos críticas:
Es indudable que Norman Foster, The Lord Foster of Thames Bank, es un personaje completamente fascinante para ser el protagonista de una película. Norberto López Amado y Carlos Carcas han dirigido ¿Cuánto pesa su edificio, Mr. Foster? (How Much Does your Building Weight, Mr. Foster?, 2010) que se proyectó en los festivales de Berlín y San Sebastián, donde Foster se convirtió en otra de las estrellas que visitaron esos eventos. El guión es del director del Museo del Diseño londinense Deyan Sudjic, y los productores son Elena Ochoa y Aiete-Ariane Films, S. A., es decir Imanol Uribe y Andrés Santana, que tras el estupendo El último truco, sobre el maestro de los efectos especiales Emlio Ruiz del Río, parecen continuar con los documentales biográficos.
Desgraciadamente el documental se estrenará en España, solamente en muy pocas salas y todas de grandes ciudades. Como no lo he visto, aunque estoy deseando hacerlo, evidentemente no puedo comentarlo, por ello adjunto dos críticas:
La primera, por cierto, no demasiado positiva de Sergi Sánchez en el periódico La Razón del 7 de octubre «Mejor no llamarse a engaño, porque esto no es más que una hagiografía, una vida de santo visionario que contempla el mundo desde su elevada poltrona de genio ubicuo que ha hecho de la arquitectura una disciplina de estrellas millonarias. Si Sydney Pollack acertaba a retratar el lado humano de Frank Gehry en Apuntes de Frank Gehry, Norberto López-Amado y Carlos Carcas se acercan a Norman Foster como si éste fuera un dios que tuviera a bien mezclarse con la plebe. Descartada la persona, nos queda el artista, al que los directores rinden pleitesía con una puesta en escena que observa su monumental obra apropiándose de las rectas y las curvas de sus edificios. López-Amado y Carcas se han planteado cómo filmar la arquitectura, cómo adaptarse a sus dictámenes estéticos, y en ese sentido el documental es divulgativo, nos echa un cable, intenta que el espectador tenga una visión inédita –es decir, aérea y envolvente– de una obra que está predestinada a disfrutar desde la insignificancia del contrapicado. Una pena que, al ver la película, se tenga la sensación de que Foster ha supervisado hasta la última de las declaraciones de sus colegas, que este retrato tiene tanto de espontáneo como cualquiera de sus proyectos faraónicos».
La segunda crítica es la de Fausto Fernández en el número octubre de Fotogramas, bastante más favorable: «Este documental, más lleno de secretos del alquimista que de desvelados trucos del prestidigitador, sobre el arquitecto Norman Foster es, ante todo, un plano a escala de la genialidad y la ambición del artista. Un viaje (metaforizado en hipnótica y balsámica carrera de fondo de esquí) a la majestuosidad abstracta de la forma, del volumen. O sea, un Ciudadano Foster articulado a base de declaraciones de colaboradores y colegas. Y con la última palabra en la primera persona del principal protagonista que mira su vida y trayectoria desde una atalaya que, en ocasiones, roza lo visionario, lo demiúrgico.
Más que aquello que nos explican de Foster, lo interesante es ver la obra de Foster: una sucesión de creaciones magistrales, únicas, retratadas por la cámara casi como los decorados de un film de ciencia-ficción. Todos esos edificios surgen ante nuestros ojos casi en paralelo a gran parte de la imaginería que el género fantástico dibujara desde las portadas de publicaciones pulp al onirismo de diseño del Origen de Christopher Nolan. No obstante, lejos de ese trip urbanístico allá donde la imaginación no había llegado antes, subyace el enigma de un chiquillo que veía el progreso por su triste ventana, y que ha llegado a ser algo parecido al líder que H.G. Wells».
En esta revista también hay dos páginas en las que los directores del documental comentan sus experiencias en el rodaje y con un personaje tan increíble.
La segunda crítica es la de Fausto Fernández en el número octubre de Fotogramas, bastante más favorable: «Este documental, más lleno de secretos del alquimista que de desvelados trucos del prestidigitador, sobre el arquitecto Norman Foster es, ante todo, un plano a escala de la genialidad y la ambición del artista. Un viaje (metaforizado en hipnótica y balsámica carrera de fondo de esquí) a la majestuosidad abstracta de la forma, del volumen. O sea, un Ciudadano Foster articulado a base de declaraciones de colaboradores y colegas. Y con la última palabra en la primera persona del principal protagonista que mira su vida y trayectoria desde una atalaya que, en ocasiones, roza lo visionario, lo demiúrgico.
Más que aquello que nos explican de Foster, lo interesante es ver la obra de Foster: una sucesión de creaciones magistrales, únicas, retratadas por la cámara casi como los decorados de un film de ciencia-ficción. Todos esos edificios surgen ante nuestros ojos casi en paralelo a gran parte de la imaginería que el género fantástico dibujara desde las portadas de publicaciones pulp al onirismo de diseño del Origen de Christopher Nolan. No obstante, lejos de ese trip urbanístico allá donde la imaginación no había llegado antes, subyace el enigma de un chiquillo que veía el progreso por su triste ventana, y que ha llegado a ser algo parecido al líder que H.G. Wells».
En esta revista también hay dos páginas en las que los directores del documental comentan sus experiencias en el rodaje y con un personaje tan increíble.
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