Desde el 7 de mayo de este año se puede ver en la sede de la Filmoteca Española en el Palacio de Perales (Calle Magdalena, 10) de Madrid una exposición sobre el gran director artístico Benjamín Fernández, desgraciadamente no he encontrado en ningún lugar -tampoco en la página web de la Filmoteca- la fecha de clausura, pero espero que aún permanezca abierta.
La historia de este profesional es apasionante, su padre era encargado de carpintería en los estudios Sevilla Films y él empezó como meritorio, para después de muchos años y un trabajo magnífico figurar en los títulos de crédito de las películas de los hermanos Scott (Ridley y Tony) y con otros muchos grandes directores en notables películas. Yo tengo la gran suerte de haberlo conocido y quien quiera saber algo sobre él puede leer la entrevista que se publicó en mi libro La arquitectura de los sueños, entrevistas con directores artísticos del cine español.
Acompañando a la exposición, la Filmoteca ha editado un volumen de 96 páginas con muchas fotografías de sus bocetos para películas desde Conan, el bárbaro, hasta La carta esférica, pasando por Indiana Jones y la última cruzada, Dragonheart, Amor a quemarropa, Gladiator y Alatriste. En el libro además hay una presentación de José María Prado y un excelente texto de Carlos Tejeda, así como otro de Elena Cervera. Leyendo este último artículo me he llevado una desagradable sorpresa, no sólo cita textos que aparecen en mis libros, sin mencionar siquiera la fuente original, sino que además plantea una "original" definición del trabajo del director artístico: «es el creador de todos aquellos elementos que se ven en una película; todo lo que aperece en la pantalla, salvo los actores, es responsabilidad suya. Su cometido abarca desde la creación de los espacios donde transcurre la acción hasta la elección de los objetos más pequeños que aparecen en la pantalla (el atrezo), pasando por la transformación de la realidad y su adecuación a los requerimientos del argumento».
Vean ahora mi definición publicada en la revista Nickleodeon, nº 27, verano 2002, pág. 9 (y en este blog no hace mucho): «es el profesional que crea todos aquellos elementos que se ven en la película alrededor de los actores, abarcando su responsabilidad desde idear los espacios donde transcurre la acción, hasta elegir los objetos más pequeños que usarán los personajes, pasando por la transformación de la realidad, adecuándola a los requerimientos de un guión predeterminado, que además podrá enriquecer o mejorar gracias a su trabajo». Increíble, pero cierto.
Desde aquí felicidades a la Filmoteca Española y, por supuesto, al gran protagonista: Benjamín Fernández, por haber realizado un trabajo admirable y además por ser como es.
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