En España se denomina director artístico al responsable de crear los espacios que aparecen en las pantallas cinematográficas. Quiero aportar aquí tres apuntes sobre esta profesión.
El primero está en un libro, The Cinema and Directing, aparentemente escrito por el temible, y a la vez ridículo, dictador norcoreano Kim Jong II en 1987: «La calidad de la película depende primero y principalmente en cómo trabaja el director con el diseñador artístico. Los defectos en el diseño artístico no pueden ser rectificados durante el rodaje. El trabajo con el diseñador artístico es el primer paso para transformar la concepción del director en una representación cinemática. La interpretación que el director ha concebido y escrito recibe su primera expresión visual en su trabajo con el diseñador».
El primero está en un libro, The Cinema and Directing, aparentemente escrito por el temible, y a la vez ridículo, dictador norcoreano Kim Jong II en 1987: «La calidad de la película depende primero y principalmente en cómo trabaja el director con el diseñador artístico. Los defectos en el diseño artístico no pueden ser rectificados durante el rodaje. El trabajo con el diseñador artístico es el primer paso para transformar la concepción del director en una representación cinemática. La interpretación que el director ha concebido y escrito recibe su primera expresión visual en su trabajo con el diseñador».
El segundo es de Marjorie Bilbow, corto y lacónico: «Los directores artísticos son los hombres invisibles del cine».
Por último mi propia definición sobre lo que es, o debería ser, un director artístico: «el director artístico es el profesional que crea todos aquellos elementos que se ven en una película alrededor de los actores, abarcando su responsabilidad desde idear los espacios donde transcurre la acción, hasta elegir los objetos más pequeños que usarán los personajes, pasando por la transformación de la realidad adecuándola a los requerimientos de un guión predeterminado, que además podrá enriquecer o mejorar gracias a su trabajo». Publicado en La profundidad de la pantalla. Cine + Arquitectura, pág. 221.
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