Cartel estadounidense |
Escribo sobre ella por sus inusuales y curiosos diálogos, hablando sobre la arquitectura moderna de aquellos años, que no solían ser habituales en el cine español.
Pero mejor empezar por el principio. La película comienza con un personaje recordando unos hechos luctuosos, a partir de entonces toda la narración será un flash back, contado por el ingeniero Julio Quintana (Fernando Hilbeck), empezando con unas imágenes del Big Ben –ya se sabe que es, o era, la encarnación de Londres— mientras se oye la voz en off de Julo: «El presente puede ser tranquilo y placentero. Sir Michael dijo que Vance Pierson y yo así lo veíamos, pero que nunca nos imaginábamos como sería en realidad». La siguiente secuencia transcurre en el despacho del Sir Michael mencionado, que exclama enfático: «Es una gran suerte poder ver a dos genios de la ingeniería juntos. Hoy es un gran día para nosotros».
Resumiendo, los ingenieros son Quintana y Pierson (Barry Sullivan), y este último va a trasladarse a España con su mujer y su hija, para trabajar en una gran presa, en la que se supone que tiene intereses la compañía británica en cuya sede se ha producido el encuentro.
Fig. 1. La casa que le gusta a Pierson. |
Entonces Pierson comienza una virulenta diatriba contra esta arquitectura y, sobre todo, las edificaciones con viviendas colectivas: «La causa es la crueldad mental. Mire es un panal (Fig. 2 y 3) se puede oír el zumbido de las abejas (Fig. 4) Una arquitectura absurda (Fig. 5)».
Una vez que han llegado al vestíbulo del edificio donde vive Vance, le dice a Julio: «Fíjese ¿Lo ve?». Este último mira, pero como no hay contraplano, el espectador no sabe qué ha visto (Fig. 6)..
Fig. 6. Quintana mirando hacia algo que el espectador no llega a ver. |
Cuando están ya en el corredor que da acceso a las puertas de entrada a las viviendas, Vance va señalándolas según van avanzando: «Piso 12 A, viven un contable y su esposa, les gusta Beethoven a todo volumen. Piso 12 B, tienen una manía, se pasan toda la semana discutiendo. 12 C, oboes, el señor fabrica oboes en su propia casa, he estado al borde del suicidio... ¡Aquí vivo! (en la puerta se puede ver el rótulo: 12 D) … más de una vez, se lo puedo asegurar». Quintana bromeando señala esa puerta y dice: «12 D, se vende, razón el ascenso de su gran inquilino».
Una vez dentro de la vivienda, los ingenieros son recibidos por Verna (Sherry Moreland) y Sally (Pilarín Gómez), la mujer y la hija de Vance, tras servirse unas bebidas, las mujeres empiezan a preguntarle a Quintana una serie de cuestiones sobre España, incluso Verna le llega a decir: «Dígame ¿Cómo son sus casas?», como si se tratara de un país con una arquitectura y una forma de vivir exóticas. Julio intenta la tranquilizarla: «Hay una urbanización cerca de la presa, donde hay alojamiento para los técnicos, tenemos supermercado…», Verna le interrumpe: «¿Has oído eso Vance?».
Éste responde: «Sí, pero no estoy interesado en alojamientos para técnicos, no quiero más arquitectura funcional, Verna. Todo eso se acabó, lo repito, todo eso se acabó».
Su mujer exclama: «¡Vamos, ni tan siquiera lo has visto!» y Vance concluye: «No es necesario, la casa es cosa mía. Sé lo que busco y la encontraré. Hasta entonces, vosotras podréis alojaros en un hotel».
Fig. 7. Pierson le enseña sus dibujos a Quintana. |
Cartel español. |
Todo lo que dice el ingeniero contra la vivienda colectiva de su momento, tiene su lógica en el guion, para justificar su búsqueda obsesiva de una vivienda individual y aislada, una obsesión que se corresponde con la que le une a su amante. Una vivienda que terminará siendo la tumba de su familia y su propia desgracia al quedar desfigurado y convertirse en el asesino de su amante, quizás si se hubiera quedado a vivir en uno de aquellos edificios que detestaba, hubiera evitado que le sucedieran tantas desgracias.
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