Cubierta del libro |
«Introducción. En busca de Von Sternberg» Rubén Higueras Flores
«¿Manifiesto o excepción? The Salvation Hunters (1925)». Nekane E. Zubiaur Gorozika
«El nacimiento de una poética de la abyección: La ley del hampa (1927) y Los muelles de Nueva York (1928)». Pablo Pérez Rubio
«Semántica bipolar: La última orden (1928)». Imanol Zumalde
«Primero como farsa, después como Tragedia: Thunderbolt (1929) y Una tragedia humana (1931)». Aarón Rodríguez Serrano «El nacimiento de un estilo: El ángel azul (1931)». José Enrique Monterde
«Estilización y deseo: Von Sternberg y Dietrich en Paramount Pictures (1930-1935)». Rubén Higueras Flores
«La modernidad desde el clasicismo: el cuerpo de Marlene Dietrich en las películas de Josef von Sternberg». Núria Bou
«El aprendizaje de la decepción: Josef von Sternberg, 1935-1941». Iñigo Marzabal
«Chicas y pistolas. Josef von Sternberg en los ’50». Jaime Pena
«Von Sternberg: ¿Filmografía terminable o interminable?». Aarón Rodríguez Serrano
El penúltimo texto del libro es mi artículo: «El espejo incomprensible: La arquitectura de Von Sternberg», un título que viene de la frase que escribió Ado Kyrou en Le surréalisme au cinéma: «su mundo, como todo mundo personal cargado de magnetismo, es un espejo que no podemos entender con nuestros débiles medios; la comunión solo se puede hacer de una manera sensible».
Tal como he hecho en otras entradas de este blog, copio los primeros párrafos de mi artículo, por si pudiera interesarles:
Las películas dirigidas por Von Sternberg, se caracterizan porque sus personajes están inmersos en entornos singulares, no solo desde el punto de vista formal, sino además porque son fundamentales en el desarrollo de los argumentos, incluso se ha llegado a opinar que “el vestuario y la decoración son las verdaderas estrellas de sus películas”. Sin embargo, en sus memorias Fun in a Chinese Laundry, el director se centra mucho más en sus razonamientos sobre la actividad de los actores y la importancia de la fotografía, que en la creación de espacios cinematográficos, de hecho, a pesar de haber trabajado con bastantes directores artísticos, solo menciona a uno, al “hábil” y “competente escenógrafo” Otto Hunte, que ayudado por Emil Hasler, creó los ambientes de El ángel azul (Der blaue Engel, 1930).
En muchas ocasiones se ha considerado que Von Sternberg fue el único responsable de idear los espacios de sus películas, se le ha denominado “creador total” actuando como “montador, fotógrafo, decorador, guionista y realizador”, consideraciones seguramente basadas en sus propias afirmaciones, por ejemplo, cuando se refiriere a Capricho imperial (The Scarlett Empress, 1934) y escribe que dominaba “cada detalle, decorado, pinturas, esculturas, trajes, historia, fotografía, cada gesto de un actor”, una afirmación tajante que ha sido matizada: “escribió el guión, concibió la iluminación, compuso algo de la música, dirigió la Orquesta Sinfónica de Los Ángeles, ayudó a diseñar los decorados y las esculturas, y probablemente seleccionó todos los iconos”, como se puede comprobar, no es lo mismo dominar que ayudar.
Si quieren seguir leyéndolo tendrán que comprar Josef von Sternberg: Estilización y deseo, en línea o mejor en una de esas librerías, como por ejemplo 8 1/2, que ahora dicen que nos necesitan, cuando realmente somos nosotros, todos, quienes tanto las necesitamos.
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