Portada del nº 74, septiembre de 2018 |
Desde hace mucho tiempo, varios teóricos y escenógrafos cinematográficos han considerado que el espacio cinematográfico es otro personaje que interviene en el argumento de una película. Quizás uno de los primeros fue el arquitecto y escenógrafo Robert Mallet-Stevens, que escribió en 1929:
«Un decorado de cine para ser un buen decorado, debe "actuar". Ya sea realista, expresionista, moderno, antiguo, debe tener su papel. El decorado debe presentar al personaje antes que aparezca, debe indicar su situación social, sus gustos, sus hábitos, su forma de vivir, su personalidad. El decorado debe estar íntimamente relacionado con la acción».
Siempre me ha asombrado lo inteligente que era este arquitecto y cuántos han plagiado sus palabras desde entonces hasta ahora.
Volviendo al espacio como personaje, una de las últimas veces en que se ha mencionado esta relación, ha sido en una entrevista reciente que le ha hecho Cristina Aparicio a las directoras argentinas Cecilia Atán y Valeria Pivato, a raíz del estreno en España de su película La novia del desierto, publicada en el número 74, de septiembre de 2018, de caimán cuadernos de cine, en ella Pivato declara:
Nosotras siempre pensamos en el espacio como un personaje más. Tanto la casa como el desierto fueron concebidos desde el guión y en la puesta en escena como personajes. Y en particular el dormitorio de ella era el lugar más seguro de la burbuja que fue su casa durante treinta años. El único lugar donde estaba sola, en un lugar íntimo.
Es interesante la concepción de los espacios desde el guión y cómo estos interpretan su papel en el argumento, además de la importancia que puede llegar a tener un dormitorio.
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