Captura de pantalla del blog de Pepe Aracil |
«Como lo cortés no quita lo valiente, he de confesar que pese a todo, la sensación que me ha dejado el libro ha sido un pelín agridulce. Me explico. Por un lado, el tema me parece fascinante; la selección de películas, intachable (de las 50 he visto aproximadamente dos tercios, porcentaje suficiente para poder decir que están muy bien elegidas); los criterios utilizados, totalmente válidos, pero… me ha faltado algo. No sé bien explicar qué es. A veces me daba la impresión de que el libro había sido escrito con cierta prisa… o tal vez sea que es realmente difícil escribir 50 fichas de tres páginas cada una sin repetirse en ciertos aspectos. Quizá simplemente sea que el autor ha escrito ya tanto -y he leído tanto- sobre muchas de estas películas que he echado a faltar ciertas sorpresa y entusiasmo que sí me habían transmitido otros libros del autor. Aunque mirándolo desde otro punto de vista, tal vez todo esto sea cierto, pero el problema esté en mí como lector. Un libro de estas características no debe ser leído del tirón, como un ensayo. Quizá esté escrito para ser leído a saltos, dejándose llevar por la intuición o por las preferencias de cada momento. Tampoco hay que olvidar que el libro está editado en una colección de textos universitarios y lo que prima aquí es la información, la objetividad, la exposición correcta del tema y el buen uso de la bibliografía, y en todos esos aspectos, no hay nada que reprocharle».
Creo que tiene razón en la mayoría de lo que dice, pero quiero aclarar un par de aspectos, puedo asegurar y mis editores lo corroborarán, que desgraciadamente el libro no se escribió con prisa y que la entrega del original se demoró más de lo deseable; en cuanto a las «fichas» de las películas, seguí el mismo orden en todas -lo que puede ser un lastre si se lee el libro de principio a fin-, para que sirvieran para estudiar las relaciones entre ciudad y cine; respecto a las repeticiones, a veces son inevitables, hay aspectos que siempre se han de tratar y se debe escribir también para muchos lectores que no han leído mis textos anteriores. De todos modos, como decía antes, Aracil tiene razón, tomo nota, y por eso le agradezco muchísimo tanto sus elogios, como sus críticas.
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