En marzo del 2014 publiqué en este blog tres comentarios sobre los primeros volúmenes de arquia/maestros, editados por la fundación arquia, con las entrevistas que les hizo Luis Fernández Galiano a Oriol Bohigas, Rafael Moneo y Juan Navarro Baldeweg.
A finales del año pasado esta fundación sacó a la venta otros tres volúmenes, con entrevistas también de Fernández Galiano, esta vez con Antonio Fernández Alba, Manuel Gallego Jorreto y Ricardo Bofill.
En esta entrada voy a hablar sólo del primero. Fernández Alba es un arquitecto, quizás injustamente olvidado en la actualidad, al que mi generación le debe haber sido una fuente de conocimiento, gracias a sus libros y, sobre todo, a sus artículos, porque ha sido de los pocos profesionales de su generación que nunca ha dudado en expresar sus opiniones en los medios de comunicación, divulgando sus ideas para mejorar la arquitectura y las ciudades. a estas virtudes se ha añadido el haber sabido estar junto a artistas, como los del grupo El Paso, intentando relacionar a la arquitectura con las llamadas artes plásticas.
A nivel más personal, quiero recordar que iba a diseñar el Auditorio de la ciudad donde vivo, que se iba a edificar en un lugar céntrico, en la Rambla entonces del general Franco; auditorio que terminó construyéndose al lado de un muelle y cuyo autor es nada menos que Santiago Calatrava, con estos datos no es necesario añadir comentarios sobre las diferencias entre lo que iba a ser y lo que al final fue.
A finales del año pasado esta fundación sacó a la venta otros tres volúmenes, con entrevistas también de Fernández Galiano, esta vez con Antonio Fernández Alba, Manuel Gallego Jorreto y Ricardo Bofill.
En esta entrada voy a hablar sólo del primero. Fernández Alba es un arquitecto, quizás injustamente olvidado en la actualidad, al que mi generación le debe haber sido una fuente de conocimiento, gracias a sus libros y, sobre todo, a sus artículos, porque ha sido de los pocos profesionales de su generación que nunca ha dudado en expresar sus opiniones en los medios de comunicación, divulgando sus ideas para mejorar la arquitectura y las ciudades. a estas virtudes se ha añadido el haber sabido estar junto a artistas, como los del grupo El Paso, intentando relacionar a la arquitectura con las llamadas artes plásticas.
A nivel más personal, quiero recordar que iba a diseñar el Auditorio de la ciudad donde vivo, que se iba a edificar en un lugar céntrico, en la Rambla entonces del general Franco; auditorio que terminó construyéndose al lado de un muelle y cuyo autor es nada menos que Santiago Calatrava, con estos datos no es necesario añadir comentarios sobre las diferencias entre lo que iba a ser y lo que al final fue.
En la conversación hay momentos brillantes y uno de ellos es cuando Fernández Alba, casi al final habla de un «pasaje del Marqués de Santillana que ya en la vejez, no tanta como la que yo tengo en este momento, contemplando la magnífica biblioteca que tenía en el Palacio del Infantado en Guadalajara, escribe en una de sus notas algo como "Todo esto que he escrito, lo que he comprado, lo que he leído y lo que he visto, es memoria de la voluble fortuna la única muerte segura que llamamos olvido". Entiendo que todo esto se hace para el olvido, pero el olvido sedimenta indudablemente estas capas de continuidad infinita que en definitiva es el vivir, vivir de espacio de la ciudad, que es un sedimento de olvidos pero proyectados en este futuro». Una lúcida reflexión para un interesante intelectual y también arquitecto.
En las próximas semanas comentaré los otros dos volúmenes de esta colección.
En las próximas semanas comentaré los otros dos volúmenes de esta colección.
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