Conocí al arquitecto y cineasta Augusto Tamayo el año pasado en la UCAL, gracias al gran Mario Gutiérrez, el director de la carrera de Comunicaciones, que lo invitó para tener un diálogo con Marcelo Vizcaíno, entonces me dijo que estaba acabando un texto sobre dirección de arte y yo le ofrecí mandarle mi libro Directores artísticos del cine español.
Hace unas semanas recibí La dirección de arte en el cine peruano, gracias a Nathalie Hendrickxs, coautora de este libro junto con Augusto, que hizo las eficaces gestiones para que la Universidad de Lima, editora de este volumen, me enviara un ejemplar.
Hace unas semanas recibí La dirección de arte en el cine peruano, gracias a Nathalie Hendrickxs, coautora de este libro junto con Augusto, que hizo las eficaces gestiones para que la Universidad de Lima, editora de este volumen, me enviara un ejemplar.
En la página web de las publicaciones de esa Universidad se dice lo siguiente: «La dirección de arte es una muy importante función técnica y expresiva del producto audiovisual de ficción. Su ejecutante, el director de arte –también llamado diseñador de producción– es el creador, diseñador, investigador, localizador, constructor y administrador de todos los objetos que aparecen en el plano y, por lo tanto, contribuye de manera notable a la creación del universo diegético en que se sostiene la ficción. La dirección de arte construye, obtiene y utiliza dichos objetos –edificaciones, mobiliario, utilería, vestuario, maquillaje y peinado– bajo el concepto significativo y expresivo que rige cada una de las escenas del relato audiovisual y, al hacerlo, colabora sustancialmente con la creación de su propio estilo. Cumpliendo funciones simbólicas, atmosféricas, dramáticas, plásticas y miméticas, la dirección de arte es una de las vías por las cuales el objeto audiovisual genera un sentido y produce una emoción en la mente del espectador. Para poder realizar su labor el director de arte debe ser un profundo conocedor del arte, la arquitectura, el diseño y la historia de los objetos. Este texto presenta una síntesis de esos saberes tanto en su dimensión occidental como peruana». Por lo tanto es importante señalar que no se está hablando de la dirección de arte como se entiende en España, sino del denominado «diseño de producción», que incluye el vestuario e incluso, según Tamayo y Hendrickx, hasta el maquillaje y la peluquería.
Toda la primera parte de este libro es fundamentalmente un Manual, en el que no se entienden muy bien los capítulos VI y VII, «Estilos del diseño en la historia de la cultura occidental» y «Estilos del diseño en la cultura peruana», demasiado elementales y sin que sirvan como documentación, ya que hoy es evidente que el principal medio para documentarse es Internet y la mayoría de los ejemplos que aparecen en el libro son muy conocidos -Partenón, Panteón, etc.- y respecto a los otros, con fotografías hechas por los autores y a toda página, sólo se especifica a veces el lugar dónde se realizó la fotografía. Me temo que este manual no aporta demasiado a otros, que no se citan ni en la exigua bibliografía del libro, como el pionero en lengua española escrito por Artís-Gener.
Los dos últimos capítulos son mucho más interesantes, al incidir en la problemática concreta de un cine muchas veces poco conocido en el resto del mundo; el primero, «Descripción de propuestas de arte en el cine peruano» trata sobre nueve películas y el segundo, «Entrevistas a directores de arte del cine peruano», recoge las declaraciones de cinco directores artísticos y una diseñadora de vestuario. Es una lástima que no se haya ahondado más en estos últimos temas que seguramente hubieran sido mucho más útiles a los profesionales y los investigadores que los anteriores.
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