Anoche en la presentación del libro El ensayo en la literatura canaria, su autor, José María Lizundia Zamalloa, planteó una serie de enunciados esenciales a la hora de afrontar cualquier ensayo serio, que a veces se olvidan por culpa de la dinámica de las propias investigaciones -confieso que yo también había perdido de vista alguno de ellos-, pero que son fundamentales.
Gran parte de lo que dijo está recogido en la introducción de su libro, por lo que copio algunos de sus párrafos. Refiriéndose a ensayo, escribe que echa en falta el "cifrado en las ideas, el análisis crítico, la reflexión objetiva que subordina metáforas, figuras y el lenguaje engalanado en favor de la exposición de un punto de vista estrictamente intelectual no conducido necesariamente por la estética y que en lugar de pretender permanecer en el impacto o emoción subjetiva busca adueñarse de la visión cognitiva sobre el mundo objetivo, en base a conceptos, razonamientos, categorías, lógica [...] ha de aventurar al menos alguna tesis y tratar de demostrarla o al menos convencer, argumentalmente, hacerla operativa, racionalmente virtual" (p. 13).
En cuanto a sus características, escribe que "difícilmente soslayará el objetivo de influir en la sociedad, al punto de que haya un deseo si no expreso y confeso, sí latente, de que las ideas puedan aplicarse a la realidad. Lo que se ha entendido siempre por dominar el debate público. Existe una relación inveterada entre el intelectual clásico y el espacio público, donde las ideas propenden a ser tenidas en cuenta por la sociedad y el poder político" (p. 13), evidentemente se refiere a un poder político con capacidad de acoger y asumir los conceptos más avanzados, y continúa escribiendo que "el ensayo intelectual además de perseguir influir refuta, porque tiene ideas enfrente que impiden o limitan el éxito de sus postulados, toda vez que vehicula el mejor planteamiento (parafraseando a Habermas) y no uno más en que la subjetividad y la belleza serían sus grandes logros" (p. 15).
Además de hablar sobre el ensayo también hace otras muchas precisiones, entre ellas, una dedicada a la cantidad relacionada con la calidad: "el factor cuantitativo, las enormes relaciones de autores y el panal de géneros pudieran en realidad haber fagocitado la calidad. No encontramos en la actual producción de libros mejor paralelismo socio histórico que la subvención a la agricultura en función del criterio cuantitativo del número de por ejemplo olivos plantados, cualquiera que sea el destino último de las mismas. Incluso ninguno" (p. 11). Siempre se ha hablado en este blog del equívoco que se produce al, por ejemplo, intentar ensalzar la calidad de una película sólo por cantidad de espectadores que la han visto y su recaudación en taquilla.
En fin, cuestiones primordiales que, por mucho que se sepan y se crea en ellas, no deben olvidarse cuando alguien se pone delante de la pantalla en blanco de un ordenador, siempre que se intente plantear unas ideas con un mínimo de seriedad.
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