Cartel del ciclo |
En este blog a veces incluyo artículos sobre cine que no tienen relación con la arquitectura. Este es uno de esos casos y su origen fue un email de un amigo que me pidió que escribiese sobre un ciclo que iba a organizar Amnistía Internacional en el TEA de Santa Cruz de Tenerife. Este ciclo se articula en dos bloques, el primero dedicado a emigración y el segundo a la pena de muerte, y se está desarrollando en estos días, según me cuentan, con mucho éxito para la sala donde se exhibe, de hecho, aún se pueden ver todas las películas del segundo bloque.
Mi textito se ha publicado en el díptico que lo anuncia y es el siguiente: «El Cine puede considerarse un entretenimiento para adolescentes que van a comer palomitas a las salas, sin embargo, incluso esas películas que no pretenden otra cosa que hacer pasar un buen rato al espectador, lo que es importante en este mundo en crisis, son un reflejo de la sociedad en que vivimos y como todo reflejo, también pueden ser una reflexión sobre los problemas que tenemos los seres humados en nuestra época.
No cabe la menor duda que los ataques a la libertad, los desafueros y las violaciones de los derechos humanos que sufre cotidianamente gran parte de la población mundial son tan diversos que es difícil centrarse en alguno en concreto. En esta ocasión, este ciclo se ha articulado tratando dos de los problemas más acuciantes y candentes de estos últimos años: la emigración y la pena de muerte.
El primero se muestra con un recorrido de ida y vuelta, un largo viaje desde el punto de vista de unos jóvenes que recorren medio mundo para llegar a lo que creen es el paraíso (In This World), un lugar donde los niños malviven en la calle en condiciones infrahumanas (La vendedora de rosas) y donde sin embargo, los emigrados ya asentados sienten la necesidad de volver a su lugar de origen (Al otro lado).
La pena de muerte se contempla desde el punto de vista de tres condenados uno que puede redimirse y es apoyado por todo un pueblo (La viuda de Saint Pierre), un activista en contra de este injusto e irreparable castigo que es condenado a sufrirlo (La vida de David Gale) y de la última mujer que fue ajusticiada en Gran Bretaña (Bailar con un extraño).
El Cine no puede cambiar el mundo en que vivimos, pero sí puede darnos claves para entenderlo e incluso para comprender como se puede luchar por nuestros propios derechos humanos».
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