Gracias a una serie de coincidencias y circunstancias favorables, seguramente irrepetibles, he podido hacer un viaje que jamás creí posible. Un trayecto por EE.UU. organizado por artchitectours y con la estupenda guía del arquitecto Pedro Leguina, en el que he estado dentro de edificios que ya son historia como la fábrica Johnson, las casas Robie, Farnsworth y de la Cascada, los estudios de Frank Llloyd Wright y lugares como Racine, Taliesin, Aurora y Plano. La primera impresión fue una pregunta: ¿Si Wright hubiera nacido en otro país sería tan célebre en todo el mundo como lo es ahora?, recordando lo que decía Buñuel sobre Hemingway, que no sería tan famoso sin los cañones estadounidenses. Hay que tener en cuenta que las caras visitas a sus edificios -como la de la casa Farnsworth-, están guiadas por personas que siempre priman la anécdota estúpida frente a la realidad arquitectónica. Impresiones muchas: los techos de la casa Robie, los suelos del McCormick Campus Center de OMA, la amabilidad de Sidney Robinson enseñándonos la casa Ruth Ford de Bruce Goff y la amabilidad en general de todos los que nos encontramos, lo bien que canta Tania Grubbs, lo agradable que es el club de jazz Little E's en Pittsburgh y cómo toca la batería y canta Alex Peck, los estudios de televisión y de radio en las plantas bajas de los edificios y con cristaleras para que los vean los viandantes...
En cuanto al Cine, lo primero de todo, como siempre sucede en EE.UU. es que uno parece estar en medio de un set donde en cualquier momento alguien va a gritar: ¡Action!, sin embargo, la primera impresión nocturna de Chicago fue como estar en la Metrópolis de Rintaro, luego en los recorridos nocturnos entre las ciudades y con las decoraciones de Halloween ya dispuestas en las casas, parecía que iba a aparecer cualquier psicokiller con intenciones de hacernos picadillo. Más impresiones: la curiosa relación entre Wright y Charles Laughton, quizás a través de la nieta del primero Anne Baxter; los recorridos organizados por Chicago para ver localizaciones de películas, tal como ocurre en casi todas las grandes ciudades; dos librerías de segunda mano en Pittsburgh llenas de libros de cine a precios extraordinariamente baratos: Townsend Booksellers y Caliban en Craig St., y luego cuestiones accidentales, como el descubrimiento gracias a un libro comprado en Taliesin de que el yate de Errol Flynn estaba anclado en Palma de Mallorca.
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