09 enero 2010

My Architect


Rosa Solaz me ha mandado un comentario para la entrada anterior sobre la película dirigida por Nathanel Kahn, como me ha parecido muy interesante, sin comentárselo a ella, he decidido copiarlo aquí donde supongo que se leerá más y mejor que como un simple comentario:

Sensaciones encontradas con respecto a MY ARCHITECT. La sinopsis que leí cuando supe de este documental, me resultó tan seductora que pronto me puse manos a la obra para verlo: la muerte de un gran mito de la arquitectura, solo y arruinado, en una estación de tren de vuelta de la India. La dirección de su pasaporte, sorprendentemente estaba tachada, lo que complicaría enormemente las tareas de identificación… ¿Por qué llevaría la dirección tachada en el pasaporte? Un MISTERIO, interesante punto de partida para tratarse de un DOCUMENTAL, me dije. Interesante, además, al plantearse como el retrato testimonial de un padre casi desconocido, a través de un VIAJE DE BÚSQUEDA realizado por su hijo. Con el potencial de tales puntos de partida, y teniendo en cuenta la talentosa ascendencia paterna, honestamente, de este documental esperaba otra cosa. Con un planteamiento sin duda sentimental(ista), en mi opinión arrastra demasiado metraje para reflejar, paradójicamente, un retrato demasiado parcial. En un doble sentido, además. Quizá exista una mirada demasiado amable hacia ciertas figuras (la madre romántica), y demasiado irónica, incluso caricaturesca, hacia otras (los ingenieros, la esposa perversa, o también la madre), que personalmente me han impedido empatizar lo suficiente con la película. Parcial, también, porque una figura tan compleja como Kahn, aquí tan sólo podía ser esbozada. De modo que para mí rechina un poco la faceta testimonial, resultando más atractiva la puramente formal, que a veces recurre a mecanismos maravillosamente poéticos. Como el encadenamiento narrativo a través de la libretita infantil… el fotograma donde el subtítulo “tenía cincuenta años, y aún no se había encontrado a sí mismo” aparece impreso sobre un retrato esbozado de Kahn… o la secuencia en que Ana recorre el edificio que ayudó a proyectar al arquitecto, mientras su voz en off lee aquella carta de amor en la que le solicitó ayuda… Y siempre firmado, “Lou”. Ese término cariñoso con el que sus más cercanos se dirigían al arquitecto, y que en boca de su hijo transmite tanta distancia y frialdad. Kahn podía ser un hombre tan profundamente talentoso en su faceta artística, como limitado en la personal, y es la visión desmitificadora que sobre todo ofrece este documental, donde, como arquitecta, hubiera deseado algo más de sosiego en los momentos en que lo que se mira es la arquitectura, siendo una arquitectura tan potente y silenciosa como la de Kahn. Sensaciones, como dije, encontradas.
Gracias Rosa.

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