30 marzo 2024

Arquitectos en la escuela de cine

Créditos de la práctica Matemáticas en primavera
(Florentino Soria, 1949).
Asier Aranzubia y José Luis Castro de Paz
han terminado un trabajo, que recibió una ayuda a la investigación cinematográfica de la Academia de Cine, titulado Lugar y significación de las prácticas del IIEC - EOC dentro del cine español del periodo franquista. El primero me ha facilitado una lista, confeccionada por Santiago Aguilar, con todos los matriculados y titulados en la especialidad de Decoración de esas escuelas de cine. 
Los profesionales que estudiaron en esos centros y trabajaron en el cine están recogidos en mi libro Directores artísticos del cine español, pero evidentemente no están los que solo se matricularon y no acabaron o lo hicieron, pero nunca aparecieron en los títulos de crédito de alguna película.
Esta lista comprende ciento dieciséis personas, las cincuenta y ocho que se titularon en Decoración y las otras cincuenta y ocho que ingresaron pero no llegaron a obtener el título. Del total tengo datos de la mitad, veinticuatro trabajaron en el cine y ya aparecían en el libro antes citado, y he obtenido información sobre los treinta y cuatro restantes.
Revisándola he encontrado catorce arquitectos que iniciaron sus estudios, de ellos nueve no la finalizaron y cinco se titularon. Antes de continuar hay que mencionar al reconocido arquitecto Luis Martínez Feduchirelacionado con la escuela de cine, aunque no por ser alumno, sino profesor de la especialidad de Decoración del IIEC, durante dos cursos.
En 1948 --un año después de la fundación del IIEC (Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas)--, ingresaron los dos primeros arquitectos: Ignacio Gárate Rojas (1922) y Antonio Quesada Quesada (1906 - 1975), el primero fue después especialista en restauración de edificaciones, y el segundo trabajó en la Dirección General de Regiones Devastadas.
En 1949 entraron Francisco Carbajosa Iznaola, que trabajó en el Instituto Nacional de Urbanización del Ministerio de la Vivienda Manuel de la Peña Suárez (1922 - 2008), quien desarrolló casi toda su carrera en Las Palmas de Gran Canaria, construyendo una serie de edificios notables, y obtuvo el título de arquitecto dos años después de haber ingresado en el IIEC.
En 1951 ingresó José Paz Rodríguez (1922 - 2005), el año siguiente, Francisco Cabrera Carral; y en 1963 Guillermo Yáñez Parareda, los tres tuvieron estudios abiertos en Madrid y trabajaron, sobre todo, en esa ciudad.
En 1962 la escuela había cambiado su nombre pasando a denominarse EOC (Escuela Oficial de Cinematografía). Seis años después, ingresaron las dos primeras arquitectas; Emilia Checa Morán, que trabajó en Madrid, y la chilena Glenda Kapstein Lomboy (1939 - 2008), que vivió en esa ciudad entre 1967 y 1979, teniendo una larga y reconocida carrera profesional en su país. Respecto a las alumnas de la especialidad de decoración, se debe mencionar que en la primera promoción se matriculó Enriqueta Ruiz del Rey y la primera que se tituló fue María del Perpetuo Socoro Mambrilla Suárez que también pertenecía a esa promoción de 1947, ninguna de ellas apareció en los títulos de crédito de alguna película española.
En 1969 ingresó Luis Antonio Gutiérrez Cabrero, el primer arquitecto que redactó en España una tesis doctoral sobre las relaciones entre cine y arquitectura, un extraordinario profesor durante muchos años en la Escuela de Arquitectura de la UPM madrileña y un investigador --e instigador-- fundamental en la historia de los estudios sobre cine y arquitectura en el mundo hispano. Por último, en 1970 ingresó José Luis Martín Clavo especialista, entre otros temas, en edificios destinados a bibliotecas.. 
Ninguno de todos los antes mencionados finalizó sus estudios en la escuela de cine. El primero que sí acabó fue Rafael García Diéguez, que ingresó en 1953, obtuvo el título de arquitecto en 1964 y ese año abrió un estudio profesional, compaginando esa actividad con la docencia, llegando a ser Catedrático Emérito Honorario en la Universidad de Sevilla.
En 1960 ingresó José Antonio Nombela Serrano, arquitecto especializado, entre otras tipologías, en parques de atracciones acuáticas. Tres años después, Jorge Disdier Antoñanzas (1943) arquitecto, pintor, escritor y director de documentales para televisión.
En 1966 ingresó Juan Carlos Martín de Vidales, que ha compaginado su actividad arquitectónica con la pintura; y por último en 1970, Fernando Colomo, que intentó matricularse en la EOC, pero no tenía aun los veintiún años exigidos para hacerlo, por lo que eligió Arquitectura y siendo todavía estudiante de esa carrera, quiso ingresar en la especialidad de Dirección, pero no pudo y lo hizo en Decoración. Según me contó Félix Murcia, Colomo fue el último alumno de la escuela, que se mantuvo abierta hasta que obtuvo el título.
Como se decía antes, solo se titularon cinco arquitectos y ninguno de ellos --salvo el último en una práctica de la EOC y un largometraje--, trabajó como director artístico cinematográfico.
Cubierta del libro editado por la ATC con
datos de sus asociados, alumnos del IIEC
y la EOC, Madrid 1982.
Además de arquitectos hubo otros profesionales afines que ingresaron tanto en el IIEC como en la EOC, entre ellos un aparejador, un delineante, cuatro interioristas, así como dos diseñadores de muebles: 
Luis Moreno de CalaJesús de la Sota Martínez --hermano del gran arquitecto Alejandro de la Sota--, ambos con una fructífera carrera.
Las profesiones que más se repiten son las relacionadas con las artes plásticas, veintiséis artistas, entre ellos pintores conocidos, como Alfredo Alcaín, César ManriqueGinés Liébana y José Paredes Jardiel, así como un dibujante de cómics, Federico Maidagán Goenechea, y un ilustrador, Pablo Ramírez Díaz.
Por último hay que mencionar a quienes tuvieron otras profesiones que no parecen muy afines a la escenografía, como un político, un profesor de inglés y dos personas relacionadas con los cuerpos de seguridad del Estado, una ingresó en la Academia Especial de la Policía Armada y la otra en la Escuela General de Policía, no se ha encontrado información de que acabaran sus estudios en esas escuelas y si así fuera, si su trabajo consistió en infiltrarse en la EOC como "sociales" --como entonces se denominaba a ese tipo de policías--, lo que sí es cierto, es que se titularon como directores artísticos, aunque no aparecieron en los créditos de alguna película.

25 marzo 2024

El arquitecto que se quiso matar

Portada de Volvoreta n.º 6,
diciembre de 2023.
 
Gracias a José Luis Castro de Paz he descubierto la extraordinaria revista Volvoreta, editada por la Fundación Wenceslao Fernández Flórez, que se publica desde 2017 y en diciembre del año pasado apareció su último número por ahora: el siete. El anterior está dedicado a El hombre que se quiso matar, una novela corta publicada por ese escritor en 1929, que fue adaptada al cine en dos películas con ese mismo título dirigidas por Rafael Gil en 1942 y 1970, y ha servido como inspiración para las obras de teatro, Mañana me mato de Pedro Pérez Fernández y Las maletas del más allá de Félix Ros, estrenadas en 1935 y 1952.
Este número de la revista que, como todos los que he visto, es magnífico reúne una serie de artículos sobre la obra original y todas sus adaptaciones, así como unos anexos con la novela, los guiones de ambas películas, las dos comedias y un DVD con la primera de las cintas.
El protagonista de la novela y de la primera película, Federico Solá, es arquitecto y ya escribí sobre él en La imagen supuesta: Arquitectos en el cine, pero ahora, después de los años y con más elementos de juicio, es interesante volver sobre él para saber cómo se ha reflejado la profesión en la literatura, el teatro y el cine.

Almanaque de La Novela de Hoy, n.º 397
Madrid, 1930, donde se reditó la novela
corta El hombre que se quiso matar.
1929

Empezando por el principio, por el texto de Fernández Flórez, se describe la vida de su personaje como «una eslabonada serie de fracasos y de amarguras, de luchas económicas y de derrotas sentimentales», hasta que se ve «animado de un verdadero entusiasmo por el cemento», incluso publicando «frecuentes artículos en las revistas profesionales, cantando al hormigón»; gracias a estos conocimientos confía obtener un puesto en la fábrica de cementos «El Castor» pero, aunque se lo habían prometido miembros del Consejo de Administración, la plaza se la dan «al yerno del ingeniero-director», que nunca ha estado en la fábrica.
A pesar de estos angustiosos precedentes, Federico acepta dar una conferencia en el Círculo Científico y Recreativo: «La verdad es que nadie podría decir, después de examinar una por una a las sesenta y cuatro personas que había en la sala, qué interés misterioso, qué afán de martirio o qué necesidad de cultura les llevaba a asistir a una conferencia que se había anunciado así, bien claramente, en todos los diarios: "El hormigón armado y las construcciones modernas". Federico Solá, como cualquiera en aquel caso, podía estar seguro de hacer las afirmaciones más arriesgadas acerca de la utilidad del hormigón o calumniarlo villanamente, sin encontrar a un solo contradictor en todo el concurso».
En la conferencia, sin embargo, nadie se aburre porque su verdadero tema es el anuncio del próximo suicidio del conferenciante. A partir de ese momento, se hace famoso y cambia la actitud de sus conciudadanos.
Cerca del día en que va a matar, decide ir a visitar a Evaristo Argüelles «cacique barrigudo amo de la provincia» e «Ilustre por manejar unos cuantos municipios, por haber conseguido una plaza de senador vitalicio», para comunicarle que ha decidido llevárselo con él, matándolo antes de suicidarse, «para no irse sólo». Evidentemente Argüelles no está de acuerdo con esta idea, por lo que hace todo lo posible para que Federico desista, cuando este le confiesa que es arquitecto, el cacique exclama: «¡Pero por Dios! ¡Magnífica cosa! ¿Y está desesperado? Un arquitecto no se mata nunca, joven; un arquitecto construye casas, construye palacios, gana dinero, lucha...» Desgraciadamente Solá sólo ha tenido ocasión de edificar un garaje y además se hundió. Argüelles insiste en animarle y para ello le expone que «el arquitecto provincial está próximo a jubilarse. Ha robado tanto, que ya le aburre. Precisamente estaba yo preocupadísimo buscando alguna persona competente a la que hacer nombrar en su puesto. ¿Quiere usted ser esa persona? Buen sueldo y... abundantes negocios», para rematar su argumentación le asegura que el arquitecto se hizo rico en cinco años. Federico acepta y Argüelles dice: «En la Diputación provincial mando yo; mi palabra es ya el nombramiento».
Es interesante lo que un inteligente y caustico humorista, como Fernández Flórez, opinaba sobre los arquitectos a finales de la Dictadura de Primo de Rivera, una profesión elegida posiblemente por las analogías entre el cemento con la vida gris y plomiza del personaje. 
Ante todo, al protagonista no le interesan las tareas propias de un arquitecto, hacer proyectos o construir edificaciones, sino sólo estudiar el hormigón, siendo su única ambición trabajar en una fábrica, pero fracasa porque se queda parado, una circunstancia muy extraña en una época en que, por haber pocos profesionales, casi todos tenían trabajo y además eran considerados --normalmente por ellos mismos-- como una casta privilegiada. El otro arquitecto que se nombra, pero no se muestra, es el municipal, tan corrupto como el cacique e involucrado en negocios turbios que le han enriquecido en poco tiempo. 
La salvación del mediocre Federico no está relacionada con su admirado hormigón, sino que, gracias a las influencias políticas de un indeseable, puede conseguir un puesto codiciado, convirtiéndose en un deshonesto funcionario público. 
Como puede comprobarse, el aparente final feliz ideado por Fernández Flórez en realidad es una ácida crítica de la sociedad española de aquellos años, que podría aplicarse también a los posteriores.

1942

En la primera adaptación cinematográfica, Federico Solá (Antonio Casal) trabaja en la fábrica de cemento El Castor y no consigue un puesto que le había prometido su Consejo de Administración, dándoselo al yerno del «ingeniero director»; él mismo afirma que es: «el único hombre que ha tenido la humorada de dedicar su vida por entero al estudio del cemento armado. Donde ha surgido la oportunidad y también donde no ha surgido, he cantado sus bondades» y concluye: «¡He cimentado mi existencia en el hormigón, porque es lo que creía más seguro, y ahora veo derribarse mis ilusiones por la competencia de un cretino cualquiera!». 
Va a impartir una conferencia en el Círculo Recreativo titulada «El cemento armado y las construcciones modernas», sustituyendo el término hormigón de la novela, por cemento, aunque no suele hablarse de «cemento armado», sino de hormigón armado, relacionándolo con la fábrica donde trabajaba. En ese acto anuncia que va a suicidarse y al día siguiente en el diario local aparece su fotografía con un pie en el que lo califican como «eminente arquitecto».
Tras varias peripecias, Federico se enamora de la hija del «director de la sociedad de edificaciones», el señor Argüelles, y va a visitarlo a su despacho, diciéndole que su desgracia «ha consistido en la falta de un amor y la falta de un empleo en el que poder desarrollar mis conocimientos adquiridos después de muchos años de estudios. Yo soy arquitecto...», Argüelles le responde: «Compañero» y le da la mano, pero Solá añade: «Compañero, si... de carrera, pero no de fortuna. Usted ha triunfado y en cambio a mi... el fracaso de la vida me ha llevado al suicidio. Pero antes de morir quiero vivir o hacerme la ilusión de que vivo de verdad», por eso quiere un amor y un trabajo: «una colocación».
Argüelles señalando al plano.
Entonces le cuenta a Argüelles que antes de suicidarse va a matarlo para que le acompañe y empieza a alabarlo, lo llama «culto arquitecto» y éste le responde: «¿Culto?... ¿Ha dicho culto?... ¿Culto yo?... ¡Vamos, hombre, vamos!», según se indica en el guion: «en este momento comienza a marchar hacia la pared, donde hay unas fotografías de edificios y planos de construcciones»; en la película solo hay un plano con la planta de un edificio en un atril sobre un pedestal que parece un ornamento religioso y un cuadro en la pared con una foto de un edificio. Arguelles dice: «Siento que no estén aquí mis ayudantes» y señalando: «Ellos son lo que hacen estos planos» e indicando el cuadro: «Ellos los que dirigen estas edificaciones. Yo no sé una palabra de nada... Yo no soy aquí más que una figura decorativa... De Arquitectura solo sé... que soy arquitecto...»
Solá le dice que es un hombre modesto y Argüelles le contesta: «¡Que disparate! Soy la personificación del orgullo y además un pinta, señor ¡Lo que se dice un pinta! Con tres amiguitas y una oficina en la que apenas se trabaja, porque nos pasamos la mayor parte del tiempo jugando al tute, o divirtiéndonos con una mecanógrafa que...» y añade «me paso el día con las piernas encima de la mesa, masticando puros, y escupiendo sobre los muebles». Finalmente le da el empleo a Federico.
Evidentemente Argüelles está quitándose méritos y hablando mal sí mismo, para que Federico elija a otra persona que lo acompañe, pero no es extraño que en aquella época hubiera estudios de arquitectura en los que los aparejadores e incluso los delineantes, fueran quienes desarrollaban los proyectos, limitándose el arquitecto a firmarlos y después cobrar los honorarios.
Comparando esta película con la novela de Fernández Flórez, Argüelles ya no es un cacique, ni un político, sino un arquitecto y el puesto que obtiene Federico no es el de funcionario corrupto, sino de empleado en una empresa privada.
En la comedia teatral Las maletas del más allá, antes citada, escrita por Félix Ros, recogiendo varios textos de Fernández Flórez y estrenada en 1952, su protagonista llamado Alberto Boluda, también es arquitecto y su tercer acto, sucede en el despacho del cacique local, Don Práxedes, el padre de Paula de quien se ha enamorado Alberto, donde se desarrolla una conversación entre los arquitectos, que se parece mucho al diálogo entre Federico y Argüelles de la novela corta. 
Parecería extraño que en la España franquista de principios de los años cincuenta, una obra teatral hiciera una crítica tan corrosiva contra las autoridades, aunque fueran caciquiles, pero hay que tener en cuenta que la acción de esta comedia se desarrolla en Iberina –un país ficticio inventado por Fernández Flórez-- y «al comenzar “los felices 20”».

Federico ya no es arquitecto

El protagonista de la obra de teatro antes mencionada, Mañana me mato, escrita por Pedro Pérez Fernández y estrenada en 1935, no es arquitecto, sino millonario y ni siquiera se llama Federico, sino Luis. 
En la segunda versión cinematográfica, también dirigida por Rafael Gil, pero en 1970, Federico Solá (Tony Leblanc) es profesor de bachillerato de la asignatura de latín en un colegio en Segovia, donde le tratan con desprecio tanto los profesores como los alumnos, su novia le abandona, malvive en una pensión y decide suicidarse. También amenaza a Argüelles con llevárselo con él, el prohombre decidirá entonces darle la mano de su hija y un trabajo en su empresa. Nadie es ya arquitecto.
Recuérdese que los sesenta y primeros setenta fueron los años del boom de la construcción en España y por eso sería absurdo que hubiese un arquitecto en la indigencia. 
Como escribí en La imagen supuesta: Arquitectos en el cine: «El hombre que se quiso matar es un buen ejemplo de cómo una misma historia, aun manteniendo el argumento casi igual, va variando según lo hace el momento histórico».

Por último, aprovecho para recomendar la extraordinaria revista Volvoreta, a todos los estudiosos y aficionados al cine y la literatura, a los que seguro no les defraudarán sus estupendos artículos, la copiosa documentación aportada y su cuidada edición.

04 marzo 2024

Robot Dreams. Autobiografía, veracidad, cine y España

Cartel con el Empire State sobresaliendo
a la derecha
Como ya indiqué en otra entrada de este blog, me encargaron un artículo para la revista Arquitectura Viva, sobre la extraordinaria película Robot Dreams, dirigida por Pablo Berger. Trabajando sobre ella encontré una serie de aspectos que no tenía sentido incluir en aquel artículo, pero que son interesantes.
Supongo que los lectores ya la han visto y, si no es así, les recomiendo que lo hagan pronto, por lo que no hablaré sobre su argumento, basado en la novela gráfica con el mismo título, creada por la estadounidense Sara Varon, y publicada en 2007. En ella narra la amistad entre un perro y su robot, en un tiempo que podría ser indefinido, si no fuera por el matasellos de una postal, en el que se lee: 17 oct. 2006, y un lugar que parece ser Estados Unidos, porque se ven los rótulos y anagramas del servicio de correos, U.S. Mail, y de la compañía de autobuses, Greyhound Lines, además en la postal antes mencionada, se muestra la dirección del perro, 425 Fifth Pl. Brooklyn, N. Y., que no existe en la realidad.


Autobiografía

Pablo Berger ha declarado: «es mi película más personal, aunque todas tengan mi ADN. Yo he sido ese ese perro en ese apartamento solitario en el East Village, viví diez años en Nueva York y siempre allí, incluso mi último apartamento era muy parecido en el diseño, la altura, el punto de vista que el de la película», añadiendo: «la dirección del apartamento es la misma, el edificio por fuera es aquel apartamento. En Nueva York he sido un perro solitario, he encontrado el amor, el desamor, he vuelto a enamorarme, he hecho amigos, he perdido amigos. Y hay muchas cosas de las que hace Dog en la película que son las cosas que más me gustaban a mí hacer».
Cuando el protagonista, Dog Varon --el mismo apellido que la autora de la novela gráfica-- va al Ayuntamiento, lleva un formulario en la mano en el que se lee su dirección, 528 E 13th St. apt. 3A, --la misma que aparece después en la postal que le manda la pata sofisticada--, la fachada del edificio que se encuentra en esa dirección se reproduce en la película, pero actualmente la calle 13 tiene árboles en ambas aceras, que seguramente no se habían plantado en los años ochenta, porque no aparecen en la película.
Además hay otras coincidencias entre la vida del director y su película, como la canción September de Earth Wind and Fire que es muy importante en la película, una de sus estrofas menciona el 21 de septiembre y el director ha contado que ese «era el día en que nació nuestra única hija. Mis películas son actos de amor, las quiero tanto que son como mis hijos»; además en el formulario antes mencionado, se puede comprobar que Dog ha nacido el 21 de diciembre de 1963, el mismo año que Pablo Berger,

Veracidad

La pata vive en el 167 de la calle Spring en el SOHO y en la película también se reproduce la fachada del edificio que está en ese lugar, además hay otros establecimientos reconocibles, como el restaurante de comida rápida de la cadena White Castle, situado en 490 Sunrise Highway Lynbrook, que ve Robot desde el autobús que le lleva a la playa --aunque sería complicado, porque está en el lado contrario de la autopista--: la magnífica librería Strand en la esquina de las calles 12 E y Broadway --otra bella licencia fílmica hace que al fondo se vea el Empire State, lo que es difícil--; el restaurante español El Quijote en 226 W de la calle 23  y al lado el Hotel Chelsea en 222 W de la misma calle, enfrente se supone que está el edificio donde vive Robot, el 255 W, aunque la fachada actual no sea la que aparece en la película, porque necesitaba tener un significativo óculo en su última planta.
Hay otros muchos paisajes urbanos reconocibles, como la encrucijada de Canal con Mott en Chinatown donde se encuentra una edificación con forma de pagoda; las esquinas de la calle 23 con la 7, y la de la avenida 2 con la 14 E en el East Village cerca del piso de Dog, así como lugares tan notables como Central Park y Times Square.
Respecto a las edificaciones, se pueden ver los puentes de Brooklyn en el plano inicial de la película, Queensboro, así como Alexander Hamilton y detrás el George Washington en un plano cundo los protagonistas están yendo a Ocean Beach. También Robot ve a través de unos binoculares, desde lo alto del Empire State, el edificio que fue de la Pan Am, el Chrysler, el Flatiron, el puente de Williamsburg, la estatua de la Libertad y las Torres Gemelas. En secuencias posteriores se verán el Ayuntamiento y el estadio de los Yankees.

Cine

En Robot Dreams hay varias citas a otras películas  la más importante es la versión de El mago de Oz de 1939, que gracias a una cinta VHS alquilada, ven Perro y Robot en el televisor de su casa y luego es parte fundamental de un sueño de este último en el que va por el camino de baldosas amarillas hacia una ciudad esmeralda que reúne varias edificaciones neoyorquinas, de abajo a arriba: el puente de Brooklyn, el museo Guggenheim, la estatua de la Libertad, la sede de la ONU, el Flatiron y varios rascacielos entre ellos, el Chrysler, el Empire y las Torres Gemelas. Este sueño acaba con un ballet de margaritas que visto desde arriba recuerda a las coreografías del gran Busby Berkeley.
Sin embargo, las citas cinematográficas comienzan antes, porque Perro tiene colgado en la pared detrás de su sofá, un póster de Yoyo, dirigida por el desgraciadamente poco recordado Pierre Étaix. Además se repite el plano de Manhattanque se usó para uno de sus carteles, con Isaac (Woody Allen) y Mary (Diane Keaton) sentados en un banco al lado del antes mencionado puente de Queensboro, pero con Perro y Robot. Estos dos personajes caminan entre la multitud encuadrados de frente, casi como si estuvieran nadando en un mar de cabezas, como le sucedía a Joe (Jon Voight) y Ricco (Dustin Hoffman) en Cowboy de medianoche. Además la noche de Halloween hay niños disfrazados de Drácula, el monstruo de Frankenstein, Freddy Krueger, y las gemelas de El resplandor. Por último, en la caja del VHS antes citado, se puede leer que es del videoclub de Kim, donde el propio Berger alquilaba las películas, y es el tema del documental Kim's Video.
 
España

El último aspecto es más anecdótico, la relación de la película con España. Dog tiene una bolsa de deportes que tiene por fuera a Naranjito, el segundo dueño de Robot come Chupa Chups y la pata se va de viaje y le manda a Dog una postal desde Barcelona con tres imágenes: la Sagrada Familia, el monumento a Colón y un castell delante de una iglesia que parece la de Sitges. Se eligen dos iconos urbanos barceloneses, del mismo modo que se han mostrado iconos neoyorquinos, propios de las imágenes turísticas; además esa postal tiene un sello de 50 céntimos --de peseta-- en el que se ve un personaje que se parece al anterior rey de España, pero con trompa de elefante, quizás recordando su desgraciada afición por la caza de esos animales.

Posiblemente se puedan encontrar más sorpresas en una película llena de detalles como Robot Dreams, y todos ellos sirven para apoyar una buena historia, bien contada.

01 marzo 2024

ARQUITECTURA + CINE + CIUDAD. Reseña en Fotogramas

En la sección «Leer» del último número de la revista Fotogramas, el 2165, correspondiente a marzo de este año --el setenta y siete desde que se fundó--, Conrado Xalabarder ha escrito la siguiente reseña sobre el libro ARQUITECTURA + CINE + CIUDAD:

Jorge Gorostiza es arquitecto y apasionado del cine, y sobre la unión de ambas ha firmado ensayos de mucho interés. En este nuevo volumen recopila textos publicados en su blog (del mismo título) donde diserta sobre los cambios y las influencias que a lo largo de la Historia del Cine ha tenido la arquitectura en las ciudades, su progresiva ficcionalización: la arquitectura y la ciudad no son un mero decorado sino aspectos esenciales del cine, de su dramaturgia y narración.

Para mí es un honor aparecer en as páginas de una revista que compro y leo desde hace más de cuarenta años.

27 febrero 2024

Memoria de Nueva York. Robot Dreams

En el último número de la revista Arquitectura Viva, el 261, correspondiente con los meses de enero y febrero de este año, se ha publicado un artículo, titulado «Memoria de Nueva York: 'Robot Dreams' by Pablo Berger», que escribí sobre esa ciudad
 durante los años ochenta, que es el fondo donde se desarrolla el argumento de esa extraordinaria película de animación, dirigida el año pasado por el cineasta donostiarra Pablo Berger y que recomiendo, porque me parece estupenda.
Como en otras entradas anteriores de este blog, en las que he escrito sobre artículos que he se han publicado en libros o revistas que se encuentran en venta, solo reproduciré los primeros párrafos: 


En 2007 Sara Varon publicó su novela gráfica Robot Dreams, en la que cuenta, solo con imágenes y sin textos, la relación entre un perro y su robot, durante un tiempo indefinido y en un país que parece EE. UU., aunque no se muestren entornos reconocibles.
A finales del año pasado se ha estrenado su adaptación cinematográfica, una película de animación con el mismo título, dirigida por Pablo Berger y también sin diálogos. Se inicia con una vista nocturna del puente de Brooklyn y las Torres Gemelas; después hay un plano de una calle por la noche con un rótulo: East Village; y lo siguiente que se ve es una fachada con solo dos ventanas iluminadas, las del apartamento donde vive Dog Varon, el perro protagonista de la película. No cabe duda que el argumento va a desarrollarse en barrios neoyorquinos y antes de 2001.

Si les interesa recomiendo que compren la revista, en la que además se publica un magnífico artículo de Fernando Lara, titulado: «La arquitectura de los sueños: The World of Hayao Miyazaki», evidentemente sobre la relación entre ese director y los espacios arquitectónicos creados en sus películas que, como bien dice el autor: «aportan densidad y consistencia a los relatos».

14 febrero 2024

La mirada transversal

El sábado pasado el diario La Provincia publicó un artículo escrito por Claudio Utrera sobre el libro Arquitectura + Cine + Ciudad, con el sugerente título «La mirada transversal» y el subtítulo «Un nuevo libro del arquitecto y escritor cinematográfico Jorge Gorostiza explora, desde diversas perspectivas, las conexiones  intertextuales entre el cine y la arquitectura». Con su permiso, l
o reproduzco a continuación:

A medida que el cine sigue experimentando su propia transformación como medio de expresión artística la literatura que lo inspira, ya sea la que se ejerce desde el ámbito de la investigación histórica como desde el campo de la crítica o desde el estudio profundo del lenguaje, va adquiriendo nuevos y sugestivos rumbos encaminados, en la mayoría de los casos, hacia un desarrollo cada vez más ajustado al compás que marcan los nuevos paradigmas en el terreno de la cultura audiovisual. Y eso  significa, en resumidas cuentas, que hemos de mantenernos  permanentemente alerta ante los vertiginosos cambios que se suceden a nuestro alrededor y, de manera muy especial, desde que irrumpieron las nuevas tecnologías como valiosas herramientas para la exploración del complejo escenario sociocultural que nos dibuja la iconosfera del siglo XXI en todos los órdenes. 
“Al mismo tiempo, --destaca Jorge Gorostiza (Santa Cruz de Tenerife, 68 años) en su libro Arquitectura + Cine + Ciudad. Construcciones y miradas (Ediciones Asimétricas, 2023)--las imágenes en movimiento han transformado nuestra percepción del paisaje urbano y arquitectónico. Con este panorama, hoy más que nunca hay que saber mirar, construir una visión que detecte síntomas de lo que está sucediendo incluso en aspectos que, aunque puedan resultar banales, en el fondo son cruciales”. La prueba de cuanto decimos se pone claramente de relieve en esta interesante recopilación de artículos que recoge el veterano escritor tinerfeño en su última publicación, con un único y esclarecedor propósito: mostrar una nueva forma de abordar el fenómeno de la imagen en movimiento a la luz de una mirada que fusione la interpretación canónica del lenguaje audiovisual con la perspectiva que nos proporciona una lectura de ese lenguaje desde los parámetros de la arquitectura. 
Gorostiza, una de las máximas autoridades españolas en su especialidad,  insiste en esa idea, ampliamente abordada en una bibliografía que ya supera los quince volúmenes, según la cual el cine es tan deudor de la arquitectura como la arquitectura moderna lo es del cine, es decir, que existen correlaciones mutuas de las que ambos medios se han nutrido a lo largo de su historia, consolidando un largo y fecundo maridaje a través de un denso catálogo de películas adscritas a los más diversos géneros y tendencias. 
Entre las múltiples investigaciones a propósito de las conexiones entre las grandes urbes y el cine, descubrió, en 1930, la existencia de un viejo proyecto de largometraje, protagonizado por Janet Gaynor, John Garrick, Kenneth MacKenna y Humphrey Bogart, titulado Barcelona y que dirigiría, ahí es nada, el mismísimo John Ford. Naturalmente aquello no pasó de ser una simple noticia aparecida en el Exhibitor Herald World de la que nunca se volvió  hablar.   
Keaton en el jardín de su mansión, donde rodó Pobre Tenorio.
De ahí que en su nuevo libro Gorostiza incluya artículos, publicados previamente en su blog, donde se explica esa hibridación desde la era del cine mudo hasta la actualidad, midiendo, a través de breves pero enjundiosas pinceladas, el alcance de las influencias que describe en las decenas de piezas que integran esta amena e innovadora “declaración de principios”, al tiempo que desvela datos, acontecimientos y anécdotas de corte histórico que nos muestran aspectos poco conocidos para la comunidad cinéfila como, pongamos por caso, el uso de la vieja y suntuosa mansión de Buster Keaton en Beverly Hills para el rodaje de Pobre Tenorio (Parlor, Bedroom and Bath), de Edward Sedgwick, protagonizada por el propio Keaton en 1930, o la aparición de Virginia Travis, uno de los primeros personajes femeninos que ejercen la arquitectura en la pantalla, interpretado por Miriam Hopkins, en la comedia Quien conquista es la mujer (Woman Chases Man,1938), dirigida por el cineasta estadounidense John G. Blytstone e inédita, al menos en nuestro país. Gorostiza resalta el perfil filofeminista del personaje, teniendo en cuenta que se trata de una producción realizada hace 86 años. 
Virginia Travis (Miriam Hopkins) en Quien conquista es la mujer,
intenta convencer al millonario.
En un momento de la película, la arquitecta intenta convencer a un millonario de las bondades de su proyecto mediante unas palabras que habrían desatado la ira de cualquier censor: “ya sé lo que piensa,  que soy una chica, seguro que es eso”, “tengo el valor de un hombre, durante siete años he estudiado como un hombre, he investigado como un hombre y no hay nada femenino en mi mente. Hace siete años renuncié a un compromiso serio con un señor mayor, porque elegí tener una carrera práctica, lo abandoné a la puerta de la iglesia para convertirme en arquitecta y hoy en día  estoy preparada y él, sin embargo, está muerto”, afirma Miriam Hopkins.

Hasta aquí el artículo de Claudio Utrera. 

09 enero 2024

Educar la mirada ante infinitas pantallas

Ayer el Diario de Avisos publicó 
en su sección Tiempo Librela entrevista que me hizo el periodista Santiago Toste, a raíz de la publicación de Arquitectura + Cine + Ciudad: Construcciones y Miradas, por Ediciones Asimétricas, ya comentada aquí hace unas semanas. 
La reproduzco entera a continuación, porque creo que podría ser interesante, gracias a las preguntas del periodista:

Alguien dijo, recuerda Jorge Gorostiza (Santa Cruz de Tenerife, 1956), que el cine es emoción, enseñanza y entretenimiento. En su nuevo libro, Arquitectura + Cine + Ciudad (Ediciones Asimétricas), y en esta charla, el arquitecto y escritor cinematográfico, quien dirigió la Filmoteca Canaria entre 2000 y 2005, entre otros quehaceres, plantea la necesidad de seleccionar la mirada. Ya no solo cuando vivimos la experiencia de sentarnos a oscuras en la butaca de una sala de proyecciones, sino también ante la imparable profusión de imágenes en movimiento, en un número casi infinito de pantallas, que se da hoy. “Esa selección de la mirada, esa búsqueda de criterio, es la que nos brindan los grandes cineastas de la historia, que nos enseñan a mirar y, a veces, hasta a vivir”, subraya Gorostiza.
“Mi padre me llevaba de niño al cine a ver películas de romanos y del oeste -detalla-, que ahora llamamos péplums y wésterns, y entonces no. No tardé en darme cuenta que existían muchas relaciones entre el cine y la arquitectura”.

Labor profesional

“La ciudad es un conjunto de arquitecturas. Es decir, que para mí, en ese sentido, arquitectura y ciudad son casi lo mismo”, responde cuando se le pregunta por el título de su ensayo, que alude a aspectos que reflejan, antes que pasiones personales, una labor profesional. “Me considero un profesional de la escritura, como muchos otros, que en este caso está muy interesado en el cine. Escribo desde 1990. Ya entonces era arquitecto, pero el cine comenzó a gustarme antes que la arquitectura”.

El blog

Mucho del contenido de esta nueva obra parte del blog homónimo que ha escrito durante años Jorge Gorostiza, y que le ha servido como registro, prácticamente en tiempo real, de sus reflexiones. “El blog me ofrece una libertad casi total. No hay una estrategia ni una premeditación, sino que se va haciendo a medida que surgen noticias, que me planteo una reflexión sobre algún aspecto que me interesa...”, argumenta Jorge Gorostiza, quien precisa que el blog Arquitectura + Cine + Ciudad nació antes de la aparición de Facebook, por lo que fue concebido como un “centro de reunión”.
“Ahora es mucho más fácil relacionarse con gente de todo el mundo que comparte tus inquietudes y, afortunadamente, hay muchísimas personas que escriben sobre cine y arquitectura, y lo hacen muy bien, planteando cuestiones
muy interesantes”, apostilla. 
En su libro, sin ir más lejos, Jorge Gorostiza habla de los cambios, de las transformaciones de costumbres e ideas que se están generando en el siglo XXI merced a las nuevas tecnologías. “Hay que pensar que muchas de estas innovaciones eran ciencia ficción cuando comencé a interesarme por el cine”, expone. “Todos tenemos hoy en el bolsillo una pantalla y una cámara. El cine proyectado en los palacios cinematográficos, como los llamaban antes, está en retroceso. Continuará con los blockbusters, con los festivales, con los ciclos muy especializados..., pero la gente cada vez acude menos a las salas”.
“Pero, por otro lado -agrega-, se da el contrasentido de que nunca antes hemos tenido mayor acceso a las imágenes en movimiento. Tanto es así, que ya no solo las vemos en esos dispositivos que guardamos en nuestros bolsillos, sino que también las pantallas tapan los edificios de las ciudades. En las grandes metrópolis casi no se ven edificios, sino grandes pantallas que proyectan publicidad. Las pantallas han invadido el mundo y no podemos rechazarlas, a menos que decidamos irnos a vivir a una cueva como eremitas”.

Aprender

“Lo que tenemos que haceres saber cómo funcionan y aprender”, recalca. “Algo parecido ocurrió con la llegada de la televisión: decían que invadía nuestras casas y nos comía el cerebro, pero entonces, como ahora, de lo que se trataba era de saber elegir los buenos contenidos y de rechazar los malos. Y eso hay que enseñarlo. Hay que enseñar a las nuevas generaciones a discernir entre lo que es interesante y lo que no”.
En este punto, Gorostiza recuerda que el cine es también una herramienta de entretenimiento y evasión. “Eso está bien, no es nada malo, incluso vemos películas que sabemos que son muy malas y nos divertimos con ellas, pero, sobre todo, es un instrumento de aprendizaje”.

La ficción

De similar manera, alude a una nueva “ficcionalización de lo real” y a nuevas fórmulas para evadirse. “La ficción es importante en nuestras vidas, es beneficiosa. Lo que no es bueno es estar fuera de la realidad todo el rato”, afirma. “Siempre ha habido personas que se han obsesionado, que se han dejado convencer por la ficción”, explica. “Un ejemplo literario lo tenemos en Alonso Quijano, Don Quijote, que se creyó los libros de caballerías que leía y salió al campo a luchar contra gente inexistente”.
“La imagen en movimiento, la televisión, el cine, los videojuegos... tienen que servir para aprender. Yo he aprendido muchísimo en el cine, de otras vidas, de otras gentes, de otras historias. Y en la televisión, pues lo mismo”, expone.
Escribir el libro Arquitectura + Cine + Ciudad ha sido una tarea que en principio parecía más sencilla de lo que realmente ha sido: “En teoría, se trataba de elegir entradas de mi blog y quizás transformarlas un poco. Sin embargo, no ha sido fácil enfrentarme a textos que escribí hace tiempo, porque nunca estoy demasiado contento con lo que escribo. Siempre pienso que podría haberlo hecho mejor. Luego hay que seleccionar esos textos, lo que también es complejo, y en eso me han ayudado mucho los editores, agruparlos y conceptualizarlos”.
“Es curioso: en el desarrollo de todo este proceso -concluye Jorge Gorostiza-, el libro, aunque está basado en todas esas entradas que he ido escribiendo a lo largo de los años, al final no tiene mucho que ver con el blog. Se ha convertido en otra cosa, en otra criatura que tiene una intención muy distinta a la del blog. Y ese resultado, que ha sido la consecuencia de un trabajo que me ha costado bastante, es algo que me gusta mucho”.

Hasta aquí la entrevista. El libro ya se puede encontrar en la página web de Ediciones Asimétricas y en librerías.

06 enero 2024

Mejores películas (y series) de 2023

La revista digital Miradas de Cine, que se publica desde 2002, me solicitó una relación de las que yo creía que han sido las diez las mejores películas del año pasado. Recordaba que ya antes habían confiado en mis opiniones cinéfilos y buscando en mis archivos, he visto que colaborando con ellos desde hace mucho tiempo, siete años, desde 2016, y que además he publicado en este blog las listas de 2020, 2021 y 2022.
Ya he escrito en otras ocasiones que me cuesta mucho elegir las películas para estas listas, porque muchas veces es complicado escoger entre títulos que parecen igual de interesantes; de todos modos, no me importa hacerlo, porque para mí es un honor poder colaborar con cualquier publicación, siempre que intente aportar algo nuevo.
Mi lista del 2023 para Miradas de Cine la he planteado, como siempre, por orden alfabético y es la siguiente:

                    El asesino (The Killer, David Fincher)
                    El sol del futuro (Il sol dell'avvenire, Nanni Moretti)
                    En lo alto (Walk Up, Hong Sang-soo)
                    Fallen Leaves (Fallen Leaves, Aki Kaurismaki)
                    Infinity Pool (Infinity Pool, Brandon Cronenberg)
                    Los delincuentes (Rodrigo Moreno)
                    Marx puede esperar (Marx puó aspettare, Marco Bellocchio)
                    Matar cangrejos (Omar A. Razzak)
                    Rímini (Rimini, Ulrich Seidl)
                    Trenque Lauquen (Laura Citarella)

Como no puedo valorar las películas junto con las series, en esta ocasión añadí por orden de preferencia cinco temporadas de las siguientes:

                    1.- Succession, T4
                    2.- Copenhaguen Cowboy, T1
                    3.- The Bear, T2
                    4.- Slow Horses, T3
                    5.- Arkitekten, T1

Este año ha sido complicado por la calidad de las películas, por lo que además tuve en cuenta veinte más, que por orden alfabético, son las siguientes:

                    20000 especies de abejas (Estíbaliz Urresola)
                    Anatomía de una caída (Anatomie d'une chute, Justine Triert)                   
                     Armageddom Time (Armageddom Time, James Gray)
                    Asteroid City (Asteroid City, Wes Anderson)
                    Cerrar los ojos (Víctor Erice)
                    Creatura (Elena Martín Gimeno)                    
                    Decision to Leave (Heejoil gyeoisim, Park Chan wok)
                    El cielo rojo (Roter Himmel, Christian Petzold)     
                    El maestro jardinero (Master Gardener, Paul Schrader)
                    El norte sobre el vacío (Alejandra Márquez)                    
                    Fuego (Avec amour et achamenent, Claire Denis)
                    Maestro (Maestro, Bradley Cooper)
                    Passages (Passages, Ira Sachs)
                    R. M. N. (R. M. N., Cristian Mungiu)
                    Robot Dreams (Pablo Berger)
                    Safe Place (Sigurno mjesto, Juraj Lerotic)                    
                    Saint Omer (Saint Omer, Alice Diop)
                    Sparta (Sparta, Ulrich Seidl)
                    Tar (Tar, Todd Field)
                    Vidas pasadas (Past Lives, Celine Song)

Y también otras diez series, que son, también por orden alfabético, las siguientes:

                    30 monedas, T2
                    Black Mirror, T6
                    For All the Mankind, T4
                    Jury Duty, T1
                    Liaison, T1
                    Servant, T4
                    Ted Lasso, T3
                    The Crown, T6
                    The Continental, T1
                    The Last of Us, T1

Espero que estas listas le puedan servir a alguien para que descubra y disfrute con nuevas películas y/o series.                 

22 diciembre 2023

ARQUITECTURA + CINE + CIUDAD. Construcciones y miradas

Cubierta del libro
Ayer recibí un correo electrónico de la editorial Asimétricas anunciándome que acababa de publicarse mi libro titulado como este blog: ARQUITECTURA + CINE + CIUDAD, no por falta de originalidad, sino porque en él se han recopilado algunas de sus entradas. 
Está incluido en la colección Ventana Impresa, que, como indica la editorial: «En la era digital, Internet y, más en concreto, las redes sociales nos ayudan a comunicarnos colectivamente, pero además también a reflexionar desde una perspectiva personal y dar rienda suelta a nuestros intereses vitales y compartirlos, sin la barrera de la distancia, con cualquiera que sienta atracción por los mismos temas. Así surgieron, como pequeñas aventuras de emprendimiento alimentadas día a día, entrada a entrada, clic a clic, las plataformas y blogs de referencia que todos hoy seguimos en el mundo online de la arquitectura. Es, para algunas de ellas, momento de recapitulación, selección y edición del trabajo volcado en la nube para, de manera inversa, hacer físico lo digital y plasmar sobre el papel todo el saber acumulado durante el vuelo».
En la cubierta del libro aparece un texto que resume los textos que contiene: «Durante el siglo XXI las costumbres y, sobre todo, las ideas se han ido modificando vertiginosamente debido a la popularización de nuevas tecnologías audiovisuales. La arquitectura, la ciudad y el cine también han sufrido este cambio, interactuando entre sí hasta convertirse en un sumatorio cuyo resultado es la progresiva ficcionalización de lo real. La arquitectura y la ciudad ya no son solo un decorado que se ve en las pantallas detrás de los personajes, sino que han devenido aspectos esenciales del cine. Al mismo tiempo, las imágenes en movimiento han transformado nuestra percepción del paisaje urbano y arquitectónico. Con este panorama, hoy más que nunca hay que saber mirar, construir una visión que detecte síntomas de lo que está sucediendo incluso en aspectos que, aunque puedan parecen banales, en el fondo son cruciales».
La verdad es que cuando empecé con este libro me pareció que iba a ser sencillo, porque se suponía que solo iba a consistir en elegir unas entradas de este blog, sin embargo, no era tan fácil, primero porque la simple elección era complicada, pero además había que agruparlos, dándole un sentido al trabajo realizado y también contextualizarlos y por último, y no menos complicado, escoger una sola imagen para cada uno de los textos.
He de confesar que los editores de Asimétricas fueron fundamentales en todo este recorrido, porque gracias a sus criterios analíticos, mejoraron el resultado final. 
Ahora lo importante es que el trabajo haya valido la pena y, sobre todo, que los textos le interesen a los lectores.

12 diciembre 2023

Ciudad pánico

Cubierta del libro

Varias razones me han impedido publicar en su momento una reseña sobre Ciudad Pánico: Morfologías urbanas del horror, que se publicó coincidiendo con le celebración del último Festival de Sitges, estupendamente editado por Hermenaute.
Este libro coordinado, como otros del Festival, por Ángel Sala y Jordi Sánchez Navarro, comienza con un prólogo de los coordinadores y está dividido en los siguientes apartados:
Sánchez-Navarro habla en el primer capítulo sobre la representación de algunas ciudades italianas legendarias en el cine de terror y su relación con el concepto de lo sublime terrorífico. Yo elegí analizar, a través de los nombres y la morfología urbana, como funcionan las urbes imaginadas y los pueblos inventados en las ficciones cinematográficas. Los guetos y suburbios residenciales son el material que ha tratado Victoria Santamaría Ibor en su texto. Símbolo del colapso del siglo XX, Detroit es uno de los feroces escenarios predilectos del terror contemporáneo, analiza por Lluís RuedaÁngel Sala propone un recorrido los muchos horrores de la ciudad total, por las grandes megalópolis urbanas de la actualidad. Antonio José Navarro con su solvencia habitual, establece una muy especial cartografía española del miedo urbano. Carlos Tabernero estudia la representación de las ciudades abandonadas. El volumen se cierra con una selección de películas comentadas por Xavi Sánchez Pons y Ángel Sala.
Como en otras entradas de este blog, reproduzco a continuación los primeros párrafos de mi artículo:

La ciudad es una de las creaciones humanas más compleja, controvertida y fascinante, por eso puede analizarse tomando como punto de partida varias disciplinas diferentes y abordando temas muy diversos. Uno de ellos es su perversidad, el daño que causa y el horror que provoca, ya que la urbe, como ha escrito Marta Llorente, es «un ámbito para la extensión del temor y la vivencia del miedo», porque «está fuertemente vinculado al espacio; adquiere significación plena en los distintos teatros de la imaginación y de la memoria. Se muestra crudamente en los escenarios de la realidad. El miedo se afinca en territorios privados y en escenarios públicos. El marco de la ciudad supone, para cada uno de sus habitantes, una escena en la que se establece la figura de sus temores, el espectro del miedo».
Entre todas las clases de ciudades, las denominadas ficticias, que también pueden llamarse imaginadas y legendarias, son aquellas que solo se pueden conocer y analizar a través de una ficción, es decir, nunca existieron, ni posiblemente llegarán a existir y al mismo tiempo pueden ser todas ellas, con la ventaja que tanto sus morfologías como los problemas de sus habitantes se pueden extrapolar a muchas otras. 

Si quieren seguir leyéndolo les recomiendo que compren el libro, sobre todo, en una librería, como por ejemplo en la madrileña Ocho y medio.

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