El edificio representativo que alberga al mundo entero, la primera vez que se ve gracias a unos singulares binoculares |
El 28 de diciembre, como se sabe, es el Día de los Inocentes en España y ese día en 1895 se pagó por primera vez por ver una película proyectada en un lugar público. Posiblemente alguna de estas efemérides ha tenido que ver e que se haya elegido el próximo 28 para estrenar Tiempo después que ha dirigido José Luis Cuerda.
Esta comedia disparatada comienza con la voz en over del propio director, explicando que la historia transcurre durante unos días del año 9177 «mil años arriba o abajo que no queremos pillarnos los dedos, en el mundo entero, que en este caso es un solo edificio representativo y unas afueras». La edificación «representativa» está en medio de un desierto, el Monument Valley, un paisaje muy cinematográfico en gran medida gracias a John Ford, y está compuesto por una yuxtaposición de la sede del Instituto del Patrimonio Cultural de España, conocido como la Corona de Espinas, de los arquitectos Fernando Higueras y Antonio Miró, sobre el que se ha colocado Torres Blancas de Francisco Javier Saénz de Oiza, y todo el conjunto se remata con una pieza cilíndrica rodeada de púas, como si fuera una corona o un helipuerto de la realeza, poco apto para pilotos inexpertos. Los interiores se rodaron en el primer edificio mencionado, en su vestíbulo, pasillos y en la cubierta transformada en un prado donde pace un rebaño de ovejas y toman el sol unas chicas en bikini.
El autor de esta curiosa yuxtaposición debe ser el director artístico de la película, Pepe Domínguez del Olmo, y es interesante comprobar cómo se han elegido dos edificios madrileños, ambos de finales de los años sesenta, cuyos autores fueron notables arquitectos y que si no se conocen, no quedan demasiado mal superpuestos teniendo en cuenta el tono esperpéntico del argumento. Este es otro ejemplo más que ratifica el poder de la imagen en movimiento gracias a sus creadores.
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