20 octubre 2024

La primera (fallida) arquitecta española en el cine

Cartel de una de las primeras
 películas españolas en que
aparece una arquitecta.
En 2017 escribí una entrada para este blog titulado «Las primeras arquitectas cinematográficas», sobre películas en que una actriz interpreta el papel de una arquitecta, una de las primeras es de 1913 y otras dos de 1934 y 1937, en esta última la arquitecta además ya era la protagonista de la película. Esa entrada finalizaba: «respecto a España, el panorama es desalentador, por el momento, sólo he encontrado cuatro personajes que sean arquitectas en otras tantas películas y todas estrenadas en este siglo, la primera es Andrea, interpretada por Bárbara Lennie, en Todas las canciones hablan de mí, dirigida por Jonás Trueba en 2010, supongo que pronto los cineastas de nuestro país encontrarán tramas adecuadas para que sus protagonistas sean mujeres que ejercen la arquitectura». 
Ahora no hubiera escrito «la primera», sino «una de las primeras», porque la experiencia me ha enseñado que a veces se pueden encontrar otras películas anteriores a las que se suponía que era la primera.
Después de siete años, entre los 2350 títulos que hay en mi base de datos, entre películas, cortometrajes y películas para televisión, en los que aparece un personaje que es arquitecto o estudia esa carrera, solo hay arquitectas en 278 (el 11,8 %). En cuanto a nuestro país, solo hay un total de 125 títulos (5,3 %) españoles, siendo muchas veces coproducciones con otras naciones, de ellos sólo aparece alguna arquitecta en ocho (6,4 %), siendo una de las primeras la antes mencionada. Desde 2017, en siete años, se ha duplicado el número de arquitectas, pero el porcentaje aún es inferior al del resto del mundo.
Captura de un plano de la mencionada secuencia
de 
Presagio.
He vuelto a este tema porque hace unos días viendo Presagio, dirigida por Miguel Iglesias Bonns en 1970, descubrí una escena en la que primero se ve la fachada de un edificio en construcción y a continuación se pasa a su interior, a una habitación donde hay un hombre de pie con un casco amarillo, al lado de la protagonista, Berta (María Silva), que tiene otro casco, esta vez blanco, y está sentada en un taburete, delante de una mesa de dibujo, sobre la que hay unos planos. Él le dice:

        - Mire Berta, llevamos ya mucho tiempo discutiendo eso...
        - Es usted quién discute, yo me atengo a los planos previstos.
        - Hagamos un trato, le pondré mármol de Carrara en la entrada, pero por favor                           colóqueme el hogar en este otro ángulo --señalando a una pared--. Es lo mismo ¿no?
        - No, no es lo mismo, es cuestión de estética, de proporciones...
        - Es cuestión de presupuesto, Berta.
        - ¿Por qué lo dabas [sic] sin contar conmigo?
Entonces llega un obrero con un martillo en la mano, acompañando al doctor Bruno Walker (Carlos Miguel Solá), un parasicólogo amigo de ella, que lleva otro casco blanco y pregunta:
        -¿Interrumpo?
El hombre responde:  
        - Sí, pero no importa. Yo ya he perdido la paciencia ¡Ponga esa chimenea dónde quiera!
Y se va, Cuando se quedan solos, el doctor vuelve a preguntar:
        - ¿Complicaciones?
Berta responde:
        - Las normales.

Gracias a este diálogo, habitual entre profesionales de la construcción, parecía lógico que la mujer fuera arquitecta, pero en una conversación con el protagonista ella le dice que se llama Berta Reinaldi y es decoradora.
Cartel de Presagio.
El guionista de esta película es Enrique Josa, con un argumento de su director Miguel Iglesias y, según el IMDb también participó Gabriel García Márquez, pero no aparece en los títulos de crédito de la versión que he visto; estos cineastas no se atrevieron a que la protagonista fuera arquitecta, hay que tener en cuenta que en 1960 solo había ocho arquitectas en España, «llegando a multiplicarse por cuatro entre el curso 1960 y 1970», según se indica aquí, por lo que cuando se estrenó Presagio, solo había alrededor de treinta y dos; por eso 
quizás hubiera sido extraño que una protagonista fuera arquitecta, para una sociedad tan conservadora como la de entonces, aun teniendo en cuenta que toda la acción transcurre en Italia, posiblemente para evitar problemas con la censura, 
Fuera decoradora o arquitecta, lo importante en el argumento es la secuencia que se ha descrito antes, en la que la protagonista, que posee poderes paranormales, demuestra gracias a su profesión, que además es una mujer decidida, capaz de defender su trabajo y sus convicciones frente a quienes quieren modificarlos.

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