09 julio 2022

Imágenes de la ciudad futura

Cubierta del libro
El jueves pasado, 7 de julio, fui a Correos a recoger un paquete remitido por el arquitecto y amigo Marcelo Vizcaino. Había recorrido un largo camino desde Santiago de Chile, de donde había salido a principios de junio, hasta Tenerife, supongo que pasando por Madrid y otros lugares. 
Al abrir el paquete me llevé una gran sorpresa, primero porque eran dos libros, en vez de uno, como yo pensaba, y después porque en Imágenes de la ciudad futura: La construcción de arquitecturas para el cine, Marcelo había incluido un prólogo que le escribí hace muchos años.
Este libro lo editaron en plena pandemia, en junio de 2020, Campus Creativo de la Facultad de Arquitectura, Arte, Diseño y Comunicaciones de la Universidad Andrés Bello, junto con la Editorial Bifurcaciones, en Talca, Chile.
Le he pedido  permiso al autor para publicar mi prólogo aquí y como me lo ha concedido, lo transcribo a continuación:



Los treinta y tres curiosos que acudieron el 28 de diciembre de 1895 al espectáculo organizado por los hermanos Lumière, pudieron ver diez películas, la penúltima se titulaba La Place des Cordeliers à Lyon, durante cuarenta y cuatro segundos, transeúntes y vehículos arrastrados por caballos circulan por la vía pública delante de una cámara situada en la posición de un peatón inmóvil situado en la acera. Esta cinta fue la primera de un tipo de “vistas animadas” que se repitió muchas veces, figurando en los catálogos de Lumière y otras empresas en aquella época, en ellas, siempre con la cámara fija, se muestran concurridos espacios públicos pertenecientes a ciudades de todo el mundo, demostrando la avidez de los primeros cineastas por enseñar paisajes urbanos de poblaciones lejanas en movimiento, así como la del público por viajar, aunque sea virtualmente, a esas poblaciones sin moverse de su país. Este tipo de vistas documentales estableció ya desde aquellos años un sólido nexo entre la urbe moderna y el casi recién nacido séptimo arte.
En el cine de ficción, como había sucedido con la novela del siglo dieciocho, la ciudad, contemporánea, ya fuera real o inventada, se convirtió pronto en el marco natural y fundamental que sirvió para encuadrar las peripecias de sus protagonistas; ciudades que, repitiendo un tópico muy manido, llegan incluso a convertirse en otro personaje más de esas ficciones.
Probablemente la primera vez que los espectadores de todo el mundo comprobaron cómo podrían transformarse y en qué podrían llegar a convertirse sus ciudades en los próximos siglos, fue cuando vieron la enorme urbe en movimiento de Metrópolis, el asombro y las influencias que produjo y sigue produciendo, son evidentes y notables, popularizándose a partir de entonces la creación de poblaciones cada vez más extraordinarias sólo para ser captadas por los objetivos de cámaras cinematográficas.
No hay duda que estas ciudades completamente inventadas, casi siempre para argumentos que transcurren en el futuro o en un presente alternativo, son las más interesantes, asombrosas e innovadoras que pueden experimentarse gracias al cine, porque en ellas no hay obligación de seguir reglas ya establecidas, ni es necesario reproducir elementos preexistentes, todo puede ser nuevo y original. Los cineastas, desde los escenógrafos hasta los directores, pasando por los camarógrafos y montadores, tienen toda la libertad y la oportunidad de realizar sus más audaces fantasías sin limitaciones estructurales ni físicas, ya que después podrán ser construidas con los eficaces instrumentos y las técnicas de la imagen en movimiento, de forma que parecerán edificaciones reales, aunque siempre proyectadas sobre la superficie plana de una pantalla.
Precisamente es este último tipo de ciudades el analizado y diseccionado con maestría en este libro y como se comprueba al leerlo, se trata de un campo muy sugerente y amplio, por ello difícil de acotar, y si no se cuenta con los instrumentos necesarios, también complicado de relacionar con la arquitectura y el urbanismo. Sin embargo, esta relación, mantener la complicada situación intermedia, es uno de los retos superados por Imágenes de la Ciudad Futura, saber estar en medio de las dos disciplinas: el cine y la arquitectura, pero además en este caso, sin perder nunca el punto de vista de esta última.
No se debe olvidar que los estudios relacionando al cine con la ciudad se han convertido casi en una rama autónoma dentro de la disciplina que liga a la arquitectura con la imagen en movimiento y no han sido siempre desarrollados por arquitectos y/o urbanistas, sino también por otros escritores, casi siempre con resultados muy discutibles, por eso es importante y notable que el autor de este libro haya adoptado un enfoque tan profesional y arquitectónico, basta ver sólo un ejemplo, aunque sea visual, al comprobar la preponderancia de sugerentes imágenes arquitectónicas frente a las cinematográficas.
Marcelo Vizcaíno, que en los primeros años de este siglo ya había irrumpido con éxito en el mundo de los estudios sobre cine y arquitectura, decide ahora introducirse en el complicado universo de la construcción visual de la ciudad del futuro, como si se tratara de un explorador adentrándose en un peligroso territorio que parecía ya cartografiado, logrando salir airoso, gracias a su descubrimiento de nuevos aspectos esenciales y la solidez de sus argumentos que además, algo raro en algunos estudios académicos, están expresados con un lenguaje que sólo emplean los buenos prosistas y los novelistas en ciernes.
En definitiva, este libro es esencial para poder abordar con seriedad los estudios que relacionan al cine con la ciudad y una referencia insoslayable para cualquiera que desee profundizar en estos estudios.

Evidentemente, les recomiendo leer Imágenes de la ciudad futura: La construcción de arquitecturas para el cine. Al principio escribía que había dos libros en el paquete, sobre el segundo escribiré en otra ocasión y pronto... espero, pero anticipo que cuando escribí sobre .«novelistas en ciernes», no me equivocaba.

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